Una de las grandes maestras de la ciencia ficción. Una guía por su vida y obra.
Por Martín Rimbretaud
Ilustra Mirabella Stoor
Ursula K. Le Guin nació en Berkeley (California) en 1928, asistió a la misma primaria que Philip K. Dick, con quien ha cruzado miradas en el recreo y a quien comparó con Borges muchos años después. Al final de sus vidas, se distanciaron, él escribió un cuento donde el aborto estaba permitido hasta los 12 años, ella, feminista, aborreció el escrito y los elogios se acabaron. Unos años antes, ella publicó La rueda celeste, el libro más dickiano de su bibliografía… Me fui, perdón, es que la imaginación se nutre del caos, no así del orden, pero voy hacer un esfuerzo.
Hija de un antropólogo, Alfred Kroeber y de una escritora, Ursula compartió su infancia con dos indígenas norteamericanos, amigos de su padre, un pápago y un yuyok, quienes le enseñaron sobre la paciencia, el exilio, no tener hogar y tampoco un cumpleaños. Aprendió que había un lado que resolvía las situaciones a los puños y a través de jueces pelados con sellos dorados, y del otro lado unos resistían con el orgullo, la firmeza, y la vergüenza. Los narradores deberían compartir con los antropólogos el mismo dilema: la explotación de la gente real. La gente no debería utilizar otra gente.
Obtuvo una maestría en Literatura de la Edad Media y el Renacimiento por la Universidad de Columbia en 1952, y se hizo acreedora a una beca Fullbright para estudiar en París. Ahí conoció a otro becario Fullbright, Charles Le Güin, con quien se casó. Volvieron y se establecieron en Portland, donde tuvieron hijos y vivieron hasta sus últimos días.
La diversidad que ella trajo en el campo de la ciencia ficción no fue sólo en las cuestiones de género (La mano izquierda de la oscuridad) o en la introducción de personajes racializados (la saga de Terramar) sino en la ampliación del campo de las ciencias: sus libros son manuales de etnógrafo y su héroe era Charles Darwin.
A pesar de su pertenencia al feminismo, fue criticada duramente por las feministas de la segunda ola por usar el articulo masculino (he) para designar a los Guedenianos, los protagonistas hermafroditas que no eran hombres ni mujeres de la ya clásica obra, La mano izquierda de la oscuridad. En 1968, si utilizaba el they (pronombre neutro) la novela no hubiese sido publicada. Ella escuchó con atención las interpelaciones esgrimidas por el movimiento feminista y se puede observar un desplazamiento significativo en su obra literaria, cuando el personaje que narra ya no es un hombre sino una mujer. En Tehanu, la cuarta entrega de la saga Terramar, la voz deja de ser de Ged, el personaje principal de los primeros tres volúmenes, y pasa a ser la de Tenar, la sacerdotisa que cuida al mago derrotado y a la niña ultrajada.
Ursula K. Le Güin fue una militante de la imaginación, de los dragones, los magos y los guedenianos. Una verdadera defensora de la otredad, del lado yin de las fronteras. Sus personajes no blanden espadas o pistolas laser, llevan una libreta donde anotan el comportamiento y actitudes de las nuevas especies. Etnógrafos. Personajes que viven en pequeñas casas de chozas, con olor a cenizas y por la mañana a fresa. Aunque una nave gigantesca surca el cielo encapotado, Ursula enfoca a la familia de Fiaas que sirven sopa en una cazuela de piedra antigua.
Las palabras son temibles, atómicas. Ursula lo sabe, por eso los magos más poderosos son los que dominan los nombres. No hay esplendor ni fuegos artificiales en el camino del ermitaño.
(Buenos Aires – Argentina) Martín Rimbretaud nació el 20 de septiembre de 1983. Se describe como «fanático de la new wave de la ciencia ficción, groupie de Ursula y de Philip Dick». Nos cuenta que milita la desmanicomialización y el derecho a la locura,«siempre del lado de Artaud, Marisa Wagner y Enrique Garay». Lo pueden encontrar en Villa Elvira, en C.A.O.S. (Club de Artes y Ocios Sensacionales). Como poeta ha publicado Garrincha (Rangún, 2021). Dicta talleres literarios.