Pau Luque, pensar desde la intemperie
- Ulrica Revista

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«Uno tiene que empezar a vivir o a pensar desprovisto de teoría o filosofía»
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El autor catalán radicado en México pasó por Buenos Aires donde conversó de su último libro, Ñu (Anagrama, 2024).

Pau Luque (Barcelona, 1982), es un autor que convive con el mundo intelectual y que está inmerso en él profesionalmente. Es investigador en Filosofía del Derecho en el Instituto de Investigaciones Filosóficas de la Universidad Nacional Autónoma de México, país en el que vive hace más de una década, y fue ganador del Premio Anagrama de Ensayo 2020 por su libro Las cosas como son y otras fantasías.
Sin embargo es un escritor que escapa de lugares comunes o poses intelectuales. Tampoco cae en la pose de autor rebelde o vulgar. Es un autor que pareciera querer estar a la intemperie, que es una forma, como él la define, de vivir y pensar desprovisto de una teoría única.
Ñu, su última novela, convive en esa tensión de estar desprovista de una única forma de pensar o interpretar la vida, lo que hace que sus personajes habiten en la incertidumbre y se muevan por distintas geografías físicas y existenciales. Incluso la crítica la ha considerado imposible de clasificar por su desplazamiento constante, virtuosamente errático, entre la ficción, el ensayo y la reflexión filosófica, pero que, a su vez, apela al humor y a la ceremonia secreta de la charla entre amigos.
ULRICA: Ñu es un texto difícil de clasificar, tanto por su estilo como por su estructura. ¿Cómo surgió la idea de escribir un libro que parece desafiar deliberadamente los géneros literarios tradicionales?
PAU LUQUE: So pena de ponerme introspectivo, juraría que no fue nada deliberado. La anarquía de Ñu es más fruto de mis limitaciones como escritor que de un plan. En el origen del libro, están los crucigramas: siempre me resultó curioso que en los crucigramas hubiera un enigma («antílope africano de dos letras») que en realidad no era un enigma, porque todo el mundo sabía la respuesta. Me hizo pensar por qué algunas cosas que se plantean como problemas en realidad no lo son.
U: La crítica insiste mucho con el tema de que tu libro, por momentos, parece no decidir si es ensayo, autoficción o algo intermedio. ¿Puede un libro como Ñu ser leído sin marco teórico previo, o exige preparación?
PL: Una escritora amiga mía, Aura García-Junco, dice que Ñu es un ensayo con personajes. Me gusta esa descripción. Creo que no hace falta ninguna preparación ni marco teórico para leerlo. De hecho, el libro es un canto a la anti-teoría: las ideas están puestas al servicio de las historias de los personajes. Lo que más importa son sus historias de vida, no sus trenes de pensamientos.
U: Hay una frase en el libro que sugiere que «no se piensa desde la verdad, sino desde la intemperie». ¿Podrías desarrollar esta idea? ¿Qué significa pensar desde la intemperie hoy?
PL: Uno tiene que empezar a vivir o a pensar desprovisto de teoría o filosofía. En este sentido, uno empieza en la intemperie y, si hay suerte, descubre alguna verdad. Hay un tipo de conocimiento práctico o ético que posiblemente solo se pueda adquirir de forma mundana, es decir, viviendo, no pensando. Cuando hablo de la intemperie, me refiero al hecho de que la idea de que hay que intelectualizar todas las dimensiones de nuestra vida es una idea terriblemente malformada que tendría que ser abandonada cuanto antes mejor. Bernard Williams decía que la reflexión podía destruir el conocimiento ético. Y con algunos matices, creo que tenía razón.

U: ¿Pensar desde la intemperie es una forma de resistencia o de escapismo?
PL: Ninguna de las dos. Es una forma de no empezar la casa por el tejado.
U: ¿Qué lugar tienen la memoria y el desplazamiento en tu libro? Lo pregunto porque da la impresión de que viajar no te sirve para ver más, sino para pensar de otro modo.
PL: No lo había pensado de esa manera, pero tiene todo el sentido. El nomadismo no es acumulativo, sino perspectivo: ayuda a mirar las mismas cosas de siempre desde otros lugares, con otros puntos de vista. Por otra parte, es posible que el equivalente literario del nomadismo sea la fragmentación. No sé articular muy bien esta última idea, pero cuanto más se desplaza uno más tenue, tal vez hasta desaparecer, se vuelve el hilo que une los diversos episodios de nuestras vidas. Esto, en cambio, no ocurre cuando uno huye constantemente, porque entonces sí hay un hilo conductor claro, aunque a menudo sea inconfesable: precisamente aquello, sea lo que sea, que hace que estemos en perpetua huida. Así que hay una diferencia entre el nomadismo y la huida. Los escritores nómadas son como los niños pequeños: nunca pueden estar quietos, es la inquietud la que los mueve. Las personas que huyen, en cambio, son adultos incapaces de lidiar con un hecho de la infancia: una vez has perdido la inocencia, ya no puedes volver atrás, así que sólo huyen hacia delante.

U: Hay reseñas que elogian su potencia intelectual, pero otras cuestionan su accesibilidad. ¿Te preocupa la recepción del libro o considerás que el lector no debe ser un condicionante?
PL: Cuando uno tiene un sueño lúcido intenta alcanzar un equilibrio muy frágil: no puede estar demasiado en control del sueño porque entonces despertará, y lo que quiere es seguir soñando. Pienso lo mismo de los lectores. Quiero decir de la forma más fácil posible las cosas más complejas, pero solo hasta el punto de no perderlos como lectores.
U: Esta es la pregunta con la que nos gusta cerrar las entrevistas: ¿Qué libros tenés en tu mesita de noche?
Diario pinchado, de Mercedes Halfon, y Mis almuerzos con gente inquietante, de Manuel Vázquez Montalbán.
Algunas fotos de su charla con Martín Kohan
En su paso por Buenos Aires conversó sobre Ñu, su proceso creativo y sobre literatura con Martín Kohan en Fetiche Libros (Thames 744 - CABA).










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