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La debacle

Por Jesús De la Jara



Émile Zola nació el 2 de abril de 1840 en París. Dedicado a la literatura desde muy temprano, en 1868 concibió el proyecto de Les Rougon-Macquart, una serie de novelas que pretendía retratar la realidad de dos familias, en diferentes etapas cronológicas, bajo el segundo imperio francés.

La debacle es la penúltima novela de este ciclo. Nos narra el conflicto que tuvo la Francia imperial de Napoleón III con el reino de Prusia en el año 1870 y que se convirtió en uno de los eventos más traumatizantes en la historia de aquel país.

Para ello Zola nos cuenta las vivencias de Jean Macquart, quien luego de sus experiencias en la novela anterior La Tierra, va voluntariamente a enlistarse a sus 39 años, es nombrado inmediatamente cabo y con ese cargo lo vemos desde el inicio. La novela empieza con la marcha del ejército francés y de Jean a través de los departamentos de provincias. Él es una persona relativamente poco cultivada, sin habilidades intelectuales impresionantes, pero noble y sobre todo experimentado y de pensamiento claro; no es un gran militar pero sí tiene mucha valentía y sentido del orden. Luego, conocemos a su batallón donde están otros soldados; entre ellos el teniente Rochas, el capitán Beaudoin y el coronel Vineuil; Loubet, Lapoulle, Chouteau, Pache y Maurice Levasseur (que es el segundo gran personaje de la novela). El grupo no es digamos muy «militar» por lo cual Zola no nos presenta sus hazañas o tácticas sino más bien las vivencias de soldados no profesionales que se encuentran poco predispuestos para desempeñarse óptimamente.

Por su parte, Maurice es un joven abogado con algo de dinero y posición por lo que encuentra inapropiado estar bajo el mando del humilde Jean. Sin embargo, a medida que avanzan los acontecimientos, ambos personajes van conociéndose más y ahí es donde Zola va pintando mejor los avatares de la guerra, del compañerismo y la impresión psicológica que puede tener la guerra a diferentes niveles. Durante la primera parte que tratan básicamente de la terrible falta de previsión del ejército francés durante su traslado, el autor se detiene en describir el descontento, las riñas infantiles y el aburrimiento de estos personajes llanos. Después, cuando empiezan las refriegas, las descripciones son muy buenas y las diversas situaciones por las que pasa el grupo y el impacto que reciben de ellas logran muy buenos cuadros.

Allí vemos la confianza inicial desprovista de base de los franceses, el pánico que crece rápidamente, las maledicencias de los soldados rasos, su falta de disciplina, el egoísmo de muchos, la incredulidad de la posibilidad de la derrota de una Francia hasta entonces siempre victoriosa, las terribles noticias que llegan de otros campos de batalla, el cansancio excesivo de los hombres y sus penurias durante las marchas. Los soldados pierden la disciplina, arrojan sus fusiles para escapar más rápido, son insultados por los pobladores que son abandonados. Ya durante los combates Zola pinta las desgracias con toda su crudeza, habla de miembros siendo acumulados en los depósitos luego de las amputaciones, rostros desfigurados, sesos derramándose, mujeres volviéndose locas viendo agonizar a niños que entraron en combate, caballos desquiciados por el hambre y arrollando todo a su paso, soldados delirando de dolor, queriendo los sobrevivientes asesinar a sus jefes.

También los civiles tienen un espacio. En el pueblo de Sedán, de donde Maurice es oriundo, está su hermana Henriette y su esposo Weiss. Viven algunos empresarios como Delaherche y otros personajes que interaccionan con los principales y sufren como todos en el pueblo el ataque prusiano con sus granadas tan destructivas como nunca se había visto hasta esa época. Hay muchas subtramas dentro de la historia que pintan cuadros muy importantes de aquella época, el espía prusiano, los franceses que están dispuestos a vender su patria, los generales egoístas, los desertores a los que sólo les interesa salvarse a sí mismo, los empresarios inescrupulosos, los comunistas vehementes, etcétera.

Pero, sin lugar a dudas, la más interesante y mejor retratada es la de la amistad de dos soldados que se vuelven hermanos y que están dispuestos a ayudarse mutuamente hasta el final. Es increíble lo que la guerra puede llegar a expresar en el ser humano y aquí se ve reflejada la camaradería, el gran abrazo de dos hombres que han vivido lo peor de la existencia y a su vez reconocen lo mucho que se han prestado el uno al otro. Pero también toda la espantosa sensación de estar viviendo una catástrofe, el fin de un mundo y las ansias de venganza que les dan la única razón para vivir. El heroísmo y las calamidades pasadas parecen unir más que las alegrías o juergas.

Luego de la parte bélica viene la defensa de París y los acontecimientos de la Comuna, creo que Zola los desarrolla demasiado rápido y eso le baja un poco al realismo y al peso en la historia. Se cuentan las atrocidades tanto del bando del gobierno como de la Comuna y la terrible imagen de París prendiéndose fuego a sí misma con llamas tan altas que ocultan las estrellas. La conclusión es totalmente épica. Imperdible.



 

Novela del célebre autor francés, publicada en 1892. Fue editada en París, para la colección Bibliotheque-Charpentier, por los editores G. Charpentier y E. Fasquelle.

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