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Foto del escritorUlrica Revista

Diran Sirinian, coleccionar instantes

Librero anticuario y coleccionista especializado en fotografía, está al frente de Poema 20 que este año cumple dos décadas y es una referencia porteña. En charla con Ulrica nos adentra en la pasión por la imagen y en un tipo particular de colección, reflejada en su nuevo libro.



La librería Poema 20 tiene algo de ajeno al mundo que la rodea. No se oyen los ruidos de la bulliciosa calle en la que está. Es una librería anticuaria y hay libros en estantes altísimos. Pero tiene algo que la diferencia: unas mimosas perritas de gran tamaño y las fotografías que pueblan el paisaje. Lugones haciendo esgrima, la icónica foto de Silvina Ocampo apoyada en unos libros, Winston Churchill y demás personajes célebres conviven con anónimos retratados. Diran Sirinian, librero, autor y coleccionista cree en la fotografía más allá del nombre que la haya tomado. Y a esos autores anónimos que, por una casualidad virtuosa, fueron capaces de captar un instante de belleza, les dedica su libro An Age of Anxiety


ULRICA: ¿Cuál es la historia de Poema 20?

DIRAN SIRINIAN: La librería este año cumple 20 años. Ha sido un camino muy enriquecedor. Partió de una inquietud y de cierto conocimiento en base a una colección de fotografía, que hasta ese momento yo había practicado,de libros de fotografía, y algo que heredé de mi familia de origen armenio que era juntar libros de historia. Entendí rápidamente que no podía abrir un espacio dedicado exclusivamente a la fotografía o a los libros sobre ella en Buenos Aires, por eso diversifiqué la librería y vino con eso el ejercicio de aprender sobre el libro en sí. La librería hace 20 años que está en el mismo lugar, en calle Esmeralda 869.


U: ¿Cómo empezaste a interesarte por la fotografía?

DS: Es algo que me interesó desde la adolescencia. Ya en el secundario tenía una cámara y me había anotado en el Fotoclub Argentino. Yo nací en el 65, imaginate que mi adolescencia transcurrió durante Malvinas y el final de la dictadura. Me gustaba salir a la calle y sacar fotos de ese momento. Obviamente, todo analógico, de laboratorio. Y eso me condujo a los libros también, porque para aprender más, tenía que ir a los libros. Para aquello que va más allá de lo técnico: lo estético y lo histórico. Después, en sucesivas visitas a San Telmo, conocí las fotos antiguas. Ahí comencé a coleccionarlas. Fotografías de desconocidos, principalmente. Me gustaban las cartes de visite de personajes NN o las portrait cabinet, que son un poco más grandes. Ya luego me empecé a especializar y a sofisticar.


U: Un poco como la historia de todo coleccionista…

DS: Sí, después me enteré de congresos de historia de la fotografía, como espacios para conocer a otros coleccionistas. Presenté algunos trabajos e investigaciones en ellos.


U: ¿Qué busca el cliente que viene a ver fotografía a la librería?

DS: Busca tanto libros de fotografía en general como cosas más específicas. Está el que vio algo que subí a redes sociales o aquellos que saben que tengo cierta masa crítica de fotografía y que buscan ejemplares más especiales. A menudo, esas rarezas son difíciles de justipreciar y suele ser igualmente difícil explicarle al potencial interesado ese valor. Eso suele ocasionar que se achique el universo de interesados. Pero también están los que se han especializado, la tienen clara, saben lo que vale la pieza. Son cosas raras y, más que nada, irremplazables. Me ha pasado de tener algo que vendí y luego volví a conseguir pero no es la norma. Me ha pasado con álbumes de Christiano Junior, de Benito Panunzi o de Francisco Ayerza, por ejemplo. Son cosas extremadamente raras que no siempre vuelven a aparecer.


U: ¿Te arrepentiste de alguna venta? ¿Dijiste alguna vez: «Esto me lo tendría que haber quedado»?

DS: No. Es tanto el universo de cosas que si algo se va rápidamente lo olvidás. Porque tu atención se va hacia otra cosa o, en todo caso, a cómo reponerlo. Uno siempre está esperando que llegue algo nuevo. Nunca me pasó que llegue a la librería una colección de 500 libros de fotografía de algún fotógrafo fallecido. Pero supongo que sería como un problema en un caso así hacer una primera selección de aquello que me quedaría y lo otro que vendría a la librería. Por ahora son ejemplos de un par de libros que llegan, o que encontré en alguna plataforma de compra y venta y que me interesaron.


U: Pasemos al libro. ¿Cómo surgió «An Age of Anxiety»?

DS: El libro está vinculado con un archivo y como parte de mi evolución como coleccionista. Hará cosa de cinco años atrás, se abrió un capítulo nuevo en mi colección que es esto que los norteamericanos llaman «vernacular photography», que aquí traducimos como fotografía vernácula aunque no sería del todo fiel. Son estas fotografías encontradas de autor desconocido. Al principio las compraba sin mucho criterio y luego comencé a «reclutar», por llamarlo de alguna manera, a los cartoneros. Les explico qué es lo que busco y ellos me lo traen a la librería. De alguna manera los ayudo y ellos me traen piezas que pueden aparecer en la calle. Eso fue creciendo muchísimo, tanto que comencé una especie de clasificación, ayudado por Camila, que trabajó en la librería hasta fines del año pasado. Así le fuimos dando una forma o algo de organización a este archivo en algunas categorizaciones temáticas. No las tengo contadas pero son unas 70 u 80 categorías. Cuando llega una pila de fotos, las ponemos sobre la mesa, separamos las que nos gustan y las guardamos en sobres dependiendo de la temática, o en álbumes de hasta la década del 60 que es la unidad de guardado, pero dependerá también del álbum. Si me gusta, lo conservo como tal, sino lo desarmo. Yo ya había publicado dos libros de fotos pero no de este archivo. Y empecé a pensar en la manera de vincular la pandemia con él. Pensé en categorías o palabras que adquirieron importancia durante ese tiempo: encierro, angustia, enfermedad, azotea, terraza, lectura, mascota, familia, cocina, entre otras. Y eso fue lo que destrabó el trabajo.


U: ¿Y cómo elegiste el título?

DS: Lo busqué hasta que leí un comentario del New Yorker sobre un disco de una banda canadiense que tenía un tema que se llamaba «The Age of Anxiety». Me metí en ese concepto y descubrí que distintos escritores en distintos momentos trabajaron este concepto de ansiedad/angustia (porque anxiety se traduce al castellano más bien como angustia), como W. H. Auden en The age of anxiety, relacionando con la angustia en los años de la Segunda Guerra Mundial; o T. S. Elliot y la Primera Guerra Mundial en La tierra baldía.


U: ¿Qué creés que sucederá con la fotografía en esta era de lo digital, dominada por las redes sociales?

DS: Hay fotógrafos que aún imprimen en un soporte analógico y luego escanean el negativo y lo digitalizan. Es un mix. Hay otros que aún apuestan solo por lo analógico, o sacan fotos digitales y las imprimen. A mí, personalmente, me pasa que sigo coleccionando en base a la imagen, no me preocupa mucho si es digital o analógica la fotografía.





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