A modo de editorial
Año I - N°8- Febrero 2021
¿Por qué leemos? Muchas veces se ha hablado de la literatura como una forma de escapismo. Un seguro refugio en las tribulaciones, grandes y pequeñas, de la vida diaria. En un annus horribilis como el 2020, para más de un lector los libros fueron la posibilidad de viajar a otras tierras, de dejar fluir libremente las emociones y de sobrellevar la infinita soledad del contacto virtual. Nos gusta pensar que Ulrica, en estos meses y en una forma, mas no sea, microscópica, también pudo tener alguno de estos efectos en nuestros queridos lectores.
Pero como con cualquier actividad, incluso en las que más placer nos causan, se llega al punto de la saciedad. Así como podemos empacharnos de nuestro chocolate favorito, podemos empacharnos de la literatura. Y esto, que es algo lógico, para algunos lectores se vuelve una especie de pesadilla.
Una forma de romantización de la lectura nos hace creer que un verdadero lector es alguien que puede pasar horas recostado en un diván, cual decadente plutócrata del siglo XVIII, sumergido en la letárgica ensoñación. Hoy en día nadie cuenta con horas de ocio para dedicarse el día entero a la lectura. Son raras las ocasiones en que podemos quedar atrapados de tal forma por un libro, que no lo soltaremos aunque llueva o truene. No todos los autores tienen ese talento y no todas las historias pueden leerse así. Cuestiones como el «bloqueo lector» (un concepto de moda que no existe fuera de las redes sociales), son simplemente nuestra naturaleza humana buscando otras formas de entretenimiento, de dispersión y de enriquecimiento cultural. La vida está, también, fuera de los libros.