Perseguidos y perseguidores
- Ulrica Revista
- 27 abr
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A modo de editorial
Edición N44

Hay, en el mundo actual, un recrudecimiento de las formas autoritarias. Paises históricamente liberales, que hacían bandera de la Libertad y los Derechos Humanos, hoy presentan un rostro cruel y virulento que se asemeja al de sus históricos enemigos: la U.R.S.S., la China maoista, la Alemania Nazi, la España Franquista o la Italia Fascista. Occidente, que tras la Segunda Guerra Mundial había buscado diferenciarse lo más posible de los regímenes totalitarios comunistas (aunque, hay que decirlo, hacía la vista gorda con algunos dictadores de derecha), ha perdido su prédica en pos de la Libertad y de las libertades individuales.
Hoy, la persecución, la censura y los ataques a escritores y periodistas, no es solo reprochable a Vladimir Putin y a los crueles regímenes islamistas. En Identidad a prueba: persecución y resistencia, un informe reciente de PEN International, se presentan los casos de escritores y periodistas perseguidos y acosados por el poder en diversos países a lo largo del 2024. Oriente Medio, por ejemplo, enfrenta una severa crisis de la libertad de expresión, sobre todo llevada a cabo por los gobiernos de Argelia, Egipto, Israel, Irán, Jordania, Marruecos, Emiratos Árabes y Arabia Saudita (cuya capital, Riad, es la ciudad Invitada de Honor de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires).
El informe, menciona, entre otros casos emblemáticos alrededor del mundo, los de siete escritores y periodistas argentinos que fueron hostigados desde el poder en 2024: Gabriela Cabezón Cámara, Dolores Reyes, Sol Fantin, María Soledad Iparraguirre, Jorge Fernández Díaz, Joaquín Morales Solá y Alejandro Alfie.
Pero esto que se puede reprochar a muchos gobiernos, de todos los signos y colores políticos, también es reprochable a las sociedades. Los pueblos que corren a las trincheras dialécticas ante una opinión diferente (fundada o infundada), o que condenan en espacios y foros publicos (como las redes sociales), cualquier forma de disidencia solo pueden engendrar gobiernos autoritarios. Cuando nosotros participamos de la censura y la cancelación de alguien por meras simpatías o antipatías políticas o religiosas, habilitamos la contrarreacción violenta.
Solo las sociedades verdaderamente plurales y que respetan y defienden la otredad, engendrarán un Poder virtuoso que se les parezca. Las que no, estarán condenadas a ser perseguidos y perseguidores.
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