Para descubrir al Maestro del Terror.
Por Pablo Forcinito
Ilustra Mirabella Stoor
Iniciada ya la década de 1990, durante los primeros años de mi adolescencia, yo no sabía muy bien quién era Stephen King. ¿Se trataba de un director de cine, un guionista famoso, un productor de películas? Podía ser todo eso junto. Y además también podía ser un escritor. Por aquel entonces, sin siquiera hacernos todas esas preguntas, entre los muchachitos solíamos aconsejarnos «Tenés que mirar Cementerio de animales, de Stephen King. Está buenísima». También estaba la otra, la del payaso asesino. O Christine, la del auto diabólico, rojo, indestructible. En algún momento, alguien debe haberme avivado de que Stephen King era un escritor, que no había dirigido ninguna de esas películas. O por ahí me avivé solo, realmente no lo recuerdo. El asunto es que quise leer a Stephen King, y fue IT la primera novela suya que me compré. Ok, tenía entre mis manos un libro de más mil páginas. Un libro que hacía sentir su peso. Y lo leí en tres noches. Y sí, la pasé mal. Tuve miedo mientras lo leía. Miedo de oír la voz de Pennywise dentro mi habitación. El Payaso de mierda podía esconderse debajo de la cama o adentro del ropero. Podía, incluso, y esto era lo que más me aterraba, encontrármelo de frente en los pies de la cama si me atrevía a levantar la vista del libro. También, al encender la luz del baño, podía toparme con uno de sus globos rojos flotando a media altura. Con el correr de los años, y gracias al aporte del cine, Pennywise se constituiría como el paradigma del payaso diabólico. Algo similar sucede con Carrie, su primera novela publicada: Carrie White, la protagonista de la historia, es una ineludible referencia a la hora de citar un personaje con el don de la telequinesis. Es un lindo ejercicio repasar cuántos de los tantos personajes creados por King acabaron por constituirse como paradigmáticos dentro de la literatura de terror. Tengamos en cuenta que desde 1982 sostiene un promedio de tres publicaciones al año.
King reescribió el mito del vampiro en Salem's Lot, trató la literatura de terror en su dimensión sobrenatural y también dentro del orden del llamado terror psicológico en novelas como Misery. En clave fantástica, trabajó notablemente los tópicos de la literatura del sur de los Estados Unidos en La milla verde, historia que, de hecho, transcurre en el sureño estado de Luisiana. Cuentos, ensayos, en fin, puede no haber hecho todo, pero que hizo mucho nadie puede negarlo. Stephen King es sin dudas el escritor más transversal de la historia de la literatura, a punto tal de que no son pocos los que creen (como yo creí alguna vez) que King es «el de las películas», sin tener muy en claro si además de escritor o vaya uno a saber qué cosas más. King es toda esa cosa deforme porque es, como dije, el más transversal de los autores de la literatura universal. Y será por eso que pertenezco a una de las generaciones que lo leyó sin el prejuicio de estar comprando un producto enlatado. King es también un amigo que siempre tiene una historia que contarnos, que nos habla de sus obsesiones, de personajes heridos por una pérdida, y de lo que cierta vez sucedió en las ciudades de Derry o Castle Rock. Creo que llegó el momento volver a decir que pertenezco a una de esas generaciones que leyó a Stephen King sin prejuicios, con devoción, y que quizá sea por eso que lo tenemos tan integrado a nuestra educación sentimental.
(Bernal - Argentina). Nació en Lanús en 1978. Es escritor. Ha ejercido el periodismo cultural en distintos medios gráficos y digitales. Autor de Trilogía de Paraná (Metalúcida, 2019) y La misa de los suicidas. Su nueva novela La misa de los suicidas 2, estará disponible en breve, por Metalúcida.
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