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Sor Juana Inés de la Cruz, liberada

Por Margarita Díaz de León


Ilustra Mirabella Stoor

Antes de sus terribles conflictos, Sor Juana Inés de la Cruz*había llevado una vida más que feliz en el convento, edén de soledad, lugar de estudio de letras y artes. De modo que hasta 1690, cuando empieza a tener problemas con las autoridades clericales de la Nueva España, reconocemos en ella a una mujer dichosa, que escribía una obra dichosa. ¿En perseguirme, mundo, qué interesas?


¿En qué te ofendo, cuando sólo intento

poner bellezas en mi entendimiento

y no mi entendimiento en las bellezas?

teniendo por mejor en mis verdades

consumir vanidades de la vida

que consumir la vida en vanidades.


¿Por qué ese prejuicio de que la obra de Sor Juana no era lo suficientemente religiosa? Quizá porque no escribía sombríos ejercicios espirituales ni mortecinas prácticas de contrición, sino fiestas religiosas con Dios, la Virgen, los santos, entre españoles, criollos, mestizos, indios y mulatos. La religión católica, que en otros dolía, en ella brillaba y sonreía. Es la poeta católica del niño Jesús, de la Virgen alzada a los cielos, del domingo de ramos y de resurrección y no de la cuaresma opaca de los silicios. Su obra celebra al cielo en la tierra, como en este homenaje a san Pedro:


¡Serafines alados, celestes jilgueros,

templad vuestras plumas, cortad vuestros ecos,

y con plumas y voces aladas,

y con voces y plumas templadas,

cantad, escribid de Pedro los hechos!


También se le criticó el tono pasional en algunos poemas, cuando en realidad era amatorias con distancia analítica, reflexiva y no una mera efusión personal.


Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba,

como en tu rostro y en tus acciones vía

que con palabras no te persuadía,

que el corazón me vieses deseaba;


y Amor, que mis intentos ayudaba,

venció lo que imposible parecía,

pues entre el llanto que el dolor vertía,

el corazón deshecho destilaba

.…


Asimismo, fue sometida a juicio por su tono autobiográfico, por ciegos que no miraban en su obra la enciclopedia del conocimiento amoroso, espiritual, social y cultural de su época.


Este que ves, engaño colorido,

que, del arte ostentando los primores,

con falsos silogismos de colores

es cauteloso engaño del sentido;

éste, en quien la lisonja ha pretendido

excusar de los años los horrores,

y venciendo del tiempo los rigores

triunfar de la vejez y del olvido,

es un vano artificio del cuidado,

es una flor al viento delicada,

es un resguardo inútil para el hado:

es una necia diligencia errada,

es un afán caduco y, bien mirado,

es cadáver, es polvo, es sombra, es nada.

La obra de Sor Juana es una obra de esplendor, de perfección, de acumulación de todo el bagaje literario español, que ya había logrado aclimatarse en la Nueva España con el fulgor renacentista y del primer barroco de la poesía española, como lo muestran los versos iniciales de Primero sueño:


Piramidal, funesta de la tierra

nacida sombra, al cielo encaminaba

de vanos obeliscos punta altiva,

escalar pretendiendo las estrellas;

si bien sus luces bellas

esemptas siempre, siempre rutilantes,

la tenebrosa guerra

que con negros vapores le intimaba

la vaporosa sombra fugitiva

burlaban tan distantes,

que su atezado ceño

al superior convexo aún no llegaba

del orbe de la diosa

que tres veces hermosa

con tres hermosos rostros ser ostenta;

quedando sólo dueño

del aire que empañaba

con el aliento denso que exhalaba.


Ante las críticas eclesiásticas se vio obligada a escribir una apología de su vida, de su trabajo, de sus ideales, frente a todas las infamias y calumnias de sus enemigos. De ahí surge una de las grandes autobiografías con que cuenta la literatura mexicana: Respuesta a Sor Filotea de la Cruz, obra donde defiende fundamentalmente el derecho de la mujer al conocimiento y al respeto intelectual y cultural, como se aprecia es este fragmento:

Volví (mal dije, pues nunca cesé); proseguí, digo, a la estudiosa tarea (que para mí era descanso en todos los ratos que sobraban a mi obligación) de leer y más leer, de estudiar y más estudiar, sin más maestro que los mismos libros. Ya se ve cuán duro es estudiar en aquellos caracteres sin alma, careciendo de la voz viva y explicación del maestro; pues todo este trabajo sufría yo muy gustosa por amor de las letras. […] Esto me proponía yo de mí misma y me parecía razón; si no es que era (y eso es lo más cierto) lisonjear y aplaudir a mi propia inclinación, proponiéndola como obligatorio su propio gusto. Con esto proseguí, dirigiendo siempre, como he dicho, los pasos de mi estudio a la cumbre de la Sagrada Teología; pareciéndome preciso, para llegar a ella, subir por los escalones de las ciencias y artes humanas…

Sor Juana Inés de la Cruz es en muchos sentidos la mayor civilizadora de la cultura mexicana. Quiso hombres y mujeres libres e inteligentes, indios y mulatos integrados sin opresión al mundo novohispano y una vida social tolerante y digna.

Cada palabra leída, cada verso sentido, libera la grandeza de Sor Juana.



 

*Juana Inés de Asbaje Ramírez de Santillana, San Miguel Nepantla, Tepetlixpa; 12 de noviembre de 1648 o 1651 - Ciudad de México, 17 de abril de 1695.


(Ciudad de México - México) Margarita Díaz de León es Doctora en Humanidades con línea en Teoría Literaria. Coordinadora del Diplomado en Estudios Literarios de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, México. Ha publicado artículos académicos en revistas especializadas sobre la obra de Julio Cortázar, Jorge Luis Borges y diversos autores del Río de la Plata. Es coordinadora de talleres de lectura y escritura Literatura En Espiral. Es participante del colectivo Slam Poetry, creadores de piezas de lírica acústica con música, canto y poesía. Es autora del poemario En Escala del 15 al 26 (Talleres Porrúa, 2020). Actualmente se encuentra en prensa su segundo poemario Falda al viento (Editorial El Diván Negro).

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