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  • Foto del escritorUlrica Revista

Fallamos

A modo de editorial


Edición N38



Al momento de empezar a trabajar en esta nueva edición de Ulrica Revista la Argentina estaba convulsionada por el debate de la Ley de Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos (por todos conocida como Ley Ómnibus). No es nada nuevo decir que los argentinos se hayan dividido en una discusión, que muchas veces se opina y se grita sin tener un solo fundamento. Las últimas décadas de la política y la sociedad se caracterizaron por eso. En lo que atañe a esta publicación, hemos seguido con interés y preocupación las cuestiones relacionadas al ámbito de la cultura en general y del libro en particular. La Ley Ómnibus, como es por todos sabido, fracasó en su tratamiento. Así que no ahondaremos en los detalles de ese cuerpo jurídico que otros ya han diseccionado y analizado. Pero nos interesa lo que se generó alrededor. Específicamente, lo relacionado a los debates que se dieron en redes sociales, en medios de comunicación y en la calle pura y dura.

Si algo evidenció este proyecto de ley, sobre todo en los airados agravios de algunos de los que lo apoyaban, fue la completa ignorancia que existe en nuestro país sobre ciertos temas culturales, ni qué decir del valor de la Cultura. Con preocupación se pueden observar las opiniones que se vertieron sobre la importancia de las bibliotecas populares, por ejemplo. Comentarios como «que se mantengan con ferias de caridad», «es tirar la plata si ya la gente no lee», «que las cierren si ya los pibes buscan todo en el celular», relucieron en los debates. También una hipócrita muletilla que se repite sin ton ni son: «dejen de robar con los impuestos de la leche los niños pobres del Chaco», sea lo que signifique.

Tal vez los actores del mundo de la cultura tenemos responsabilidad en esto. Si una gran masa de la sociedad (y pareciera ser transversal y no de un solo sector ideológico) no comprende la importancia de una biblioteca popular en un pequeño pueblo o confunde cultura con propaganda ideológica, entonces hemos fallado los que desarrollamos actividades culturales. Si hemos visto amenazadas a la librerías de barrio, a las editoriales independientes, a las bibliotecas populares, y al largo etcétera que aporta a la Cultura es porque no hemos sabido dotarla de fuerza. Y esa fortaleza solo se encuentra en los corazones y la mente del pueblo en su más amplia expresión. Lo que se valora nunca se ve verdaderamente amenazado por un político de turno.

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