Por Lucía Melgar
Ilustra Mirabella Stoor
Bajo la pluma de Elena Garro, el tiempo se detiene, se bifurca, gira o se estanca; la realidad se cierra como piedra o se desdobla en múltiples dimensiones. El paisaje relumbra o se cubre de polvo. La memoria devela historias ocultadas, la ilusión, así sea efímera, fisura las falsas apariencias. En su narrativa y en su teatro, la palabra describe, evoca, invoca, crea y destruye, tiene un poder transformador que se despliega en prosa poética, tensión dramática o ligereza lúdica, o se carga de silencio. Para ella, la palabra «rescata»; sus historias cuentan la otra Historia, la de pueblos, mujeres y marginados que anhelan la libertad aunque se les escape.
Nacida en México en 1916, Elena Garro vivió un siglo agujereado de violencia y desarraigo, que narró desde una mirada crítica. Si en su novela Los recuerdos del porvenir muestra cómo la violencia política aplasta a un pueblo y sus ilusiones, también denuncia la opresión de las mujeres. Su obra, sin embargo, no excluye la imaginación y el humor, presentes en piezas de corte fantástico como Un hogar sólido, o fársico como Andarse por las ramas.
Adelantada a su tiempo, Garro enfrentó a una sociedad conservadora que se escandalizaba ante las mujeres que usaban pantalones o hablaban fuerte. Su matrimonio con un dominante Octavio Paz limitó, en un inicio, su libertad creativa pero le abrió también nuevos horizontes: con él viajó a la España de la guerra civil, episodio que recrea con ironía en Memorias de España 1937, y vivió en el París de la posguerra. Ahí se relacionó con escritores como Camus y Genet y conoció a José Bianco, Silvina Ocampo y Bioy Casares, con quienes compartió el gusto por la literatura fantástica. De su amistad con Bianco y su romance desdichado con Bioy quedan una fascinante correspondencia y la novela Testimonios sobre Mariana.
Además de destacarse en la literatura en los años 50 y 60, Garro llamó la atención como intelectual pública heterodoxa, comprometida con los campesinos pero alejada de la revolución cubana que los intelectuales de izquierda apoyaban. En una compleja y fatal secuencia de críticas y acusaciones, el movimiento estudiantil del 68 partió su vida en dos: de «intocable» pasó a sentirse perseguida y acabó por exiliarse.
En el exilio, Garro sintió más de una vez que escribía «para nadie». Sin embargo, se aferró a la escritura, para vivir, y para dejar testimonio y decir su «verdad». Sus mejores novelas de esa época recrean con sensibilidad la soledad y precariedad humanas en un mundo descolocado y hostil.
En más de un sentido, la obra de Garro anula las etiquetas: no fue sólo «precursora del realismo mágico», creó una obra de corte feminista aunque sus protagonistas sean «rebeldes fracasadas» criticó antes que otros la traición de la revolución popular y el espejismo de la modernidad, percibió en su exilio el destino de millones más. Mientras que su vida ilustra los avatares de las mujeres intelectuales del siglo XX, su rica y poderosa escritura es hoy indispensable.
(Estado Ciudad de México - México) Lucía Melgar es activista, profesora, traductora e investigadora. Licenciada en Ciencias Sociales por el Instituto Tecnológico Autónomo de México, Maestra en Historia y Doctora en Literatura Hispanoamericana por la University of Chicago. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores, ha sido coordinadora de investigación y proyectos en el Programa Universitario de Estudios de Género de la Universidad Nacional Autónoma de México, así como del Programa Interdisciplinario de Estudios de la Mujer en El Colegio de México. Sus líneas de investigación se enfocan en estudios de la mujer, los derechos de la mujer, la violencia de género, crítica cultural y literatura. Ha obtenido becas de estudio como la Juárez-Fulbright, entre otras. Tiene una amplia trayectoria docente en su país y en universidades del extranjero como Université Charles-de-Gaulle Lille 3 (Francia), Princeton University (Estados Unidos) y Universidad Diego Portales (Chile), entre otras. Ha publicado artículos en revistas especializadas de diversos paises y es colaboradora en Letras Libres, El Economista y Nexos.
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