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"El sonido de un tren en la noche"

Actualizado: 14 dic 2020

Por José Luis Romero



Debe ser que una vez que te enganchas a una novela, vuelves a hablar de ella, la recomiendas y pasa a formar parte tuya. Un conjunto de extremidades a las que sabes que puede recurrir cuando las necesitas. El estreno con Laura Riñón Sirera fue con Amapolas en Octubre, publicado por Tres Hermanas. Allí ya da pinceladas de los temas que la perturban. Mujeres fuertes que tienen que tomar decisiones, relaciones familiares y literatura. Con esta premisa difícil que no quieras seguir leyéndola.

Llegamos a El sonido de un tren en la noche publicado este año también por la editorial Tres Hermanas para contarnos que se necesitan segundas veces, terceras partes , y muchos intentos para volver a empezar. Hay una historia detrás de cada huida y esta es una de ellas. De entrada no debería pasar. Viene de buena familia, sin penurias económicas y buen status social ¿Qué puede fallar, si no es todo? Joven madrileña de buena cuna empieza otra vida lejos de los suyos junto a su tío Jack. Al otro lado del charco, en donde no paras de oír que se cumplen los sueños.

A veces nos repetimos a nosotros mismo lo que queremos oír, hasta que se convierte en un mantra. «Era lo que mis padres querían». Allí conocerá nuevas personas, se reinventará y tendrá nuevos intereses. Ocurre que en cuanto alguien se convierte en apatriado no deja de estar pendiente de la otra orilla, desde la que busca al fondo del horizonte. Un verso de Lorca la vuelve a su niñez, quizás fue este: «Tengo pena de ser en esta orilla/tronco sin ramas; y lo que más siento/ es no tener la flor, pulpa o arcilla/ para el gusano de mi sufrimiento».

Porque lejos, tampoco se encuentra, solo busca entender el pasado, mirar al futuro y seguir adelante. Como todos. Hay veces que las abuelas, sentadas, rezagadas, formando conjunto con una vieja mecedora, ya saben que el destino no tiene nada especial guardado para ti. Todas las huidas terminan igual, buscándonos. Ya lo dice la abuela: «lo que no llore ahora, lo llorará cuando sea mayor». Ojalá todo sea eso, llorar. No siempre hay una tierra prometida.

Suena Sinatra, mientras intercambia miradas; un cuadro de Hopper donde nadie parece necesitar dormir. Pero allí, donde te prometen felicidad, las dificultades van a ser las mismas. Las partes que necesites, que el viaje no termina, a la tercera, a la cuarta, a la que pidas, volverás a aparecer. Aunque no sea para siempre. Y necesites más partes. La salvación es huir, otra vez. Las salvaciones son volver a empezar. Eso es lo que me queda, que las decisiones que tomamos son los que nos hacen valientes. Después de hablar de esta lectura a mí me surgen dos deudas. La primera, buscar su libro de relatos Dueño de su destino y, la otra, visitar su librería, charlar, que pasen las horas y volver a casa con un montón de libros recomendados por ella. Visto lo visto, no sé cuál me va a costar más. Esperaré la salvación.



 


(Córdoba – España). Nació en 1977. Licenciado y doctorando en Educación (Universidad Autónoma de Madrid). Ejerce como profesor de Inglés. Lector voraz, colabora con diferentes medios de comunicación (Radio Nacional de España, El Correo Gallego y otros) y revistas literarias (Letras en Vena, entre otras) hablando de libros. Su primera novela está en camino de ser publicada.




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