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El porvenir de todas las demás

Por Rocío Angulo Daorado

«Aquí estoy, sentado sobre esta piedra aparente. Solo mi memoria sabe lo que encierra».

Así comienza uno de los libros más maravillosos que he leído en mi vida. Un libro que atrapa, que brilla con una prosa magistral y que merece todo ese reconocimiento que se le ha sido negado por haber sido escrito, una vez más, por una mujer.

Elena Garro (1916-1998) fue una guionista, periodista y escritora mexicana considerada la segunda mejor escritora de México tras sor Juana Inés de la Cruz y una de las mejores literatas dentro del realismo mágico - aunque ella nunca aceptó tal etiqueta -. Casada con el conocido Octavio Paz, sufrió la represión y cancelación de este, llegando a un intento de quemar la que sería su gran obra Los recuerdos del porvenir.

Narrado en primera persona por el propio pueblo donde se desarrolla la acción, Ixtepec - uno de los lugares imaginarios propios del realismo mágico -, nos trasladamos a la historia de una sociedad en los tiempos de la Revolución Cristera, aunque el lector descubrirá desde el primer momento que los tiempos de la novela, realmente, se mezclan entre sí, donde la miseria, la soledad y la muerte serán temas constantes. A su vez, la caricaturización misteriosa y delicada de los personajes, las familias y las jerarquías dotarán del género humano a una obra cuya magia desborda por cada rincón.

Es la voz de Ixtepec así, como adelantamos al principio, la voz de todos los tiempos, pero también de todos los espacios (im)posibles. Garro goza de la capacidad magistral de construir una narración sublime que tensa el corazón y nos obliga a formar parte de la historia, una historia dividida en dos partes pero que se constituye de diversos fragmentos reales y mágicos, porque sí, con razón la autora ha sido considerada como una de las máximas exponentes del movimiento.

De este modo, en mis investigaciones por saber más acerca de esta figura extraordinaria, he descubierto que la obra considerada cumbre de la corriente literaria, Cien años de soledad, debe muchísimo a Los recuerdos del porvenir, pudiendo hablar con seguridad de una inspiración por parte de Gabriel García Márquez del complejo cuerpo de la novela - y cualquier lector astuto se dará cuenta de ello, porque en los detalles está la clave, ya que la obra de Elena fue publicada catorce años antes que Cien años de soledad. No obstante, y aunque podría llevarme horas hablando de la influencia de Garro y de cómo las escritoras han sido desterradas siempre de la historia, centremos el foco en esta gran creación, Los recuerdos del porvenir, una obra donde el propio título encierra una paradoja en sí mismo - ¿cómo se puede recordar algo que está por suceder? - y cuyo final nos da la llave para entender cuál es esa piedra aparente desde la que el pueblo, la voz de todos y de sí mismo, habla.

El mundo de Ixtepec es el mundo de Elena Garro, es el mundo de la guerra, de la represión y de la gente sencilla. Una realidad que se asemeja con creces a Pedro Páramo, pero que goza de un tinte que, me atrevo a decir, supera con diferencia a Rulfo. Todo lo que pueda narrar de esta novela se queda corto, porque Los recuerdos del porvenir encierra una historia real fabricada con ápices mágicos, una historia que es, a su vez, crítica no solo de las matanzas, sino del racismo y del machismo. En definitiva, Elena Garro ha conseguido construir una historia única en su especie que necesita y merece un reconocimiento inmensurable para que las letras de las escritoras, de las genias de la literatura, sean el porvenir de todas las del hoy.



 

Novela publicada por el editor mexicano Joaquín Moritz en 1963.

Ese mismo año obtuvo el premio Xavier Villaurrutia.

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