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  • Foto del escritorUlrica Revista

El cuarto, un cuento de María Alejandra López

Por María Alejandra López


Ilustra Lucía Coz




Te acuestas con él en el baño. Regresas a la fiesta, te sirves un trozo de lasaña fría y aparentas que nada ha pasado. Juras que será la última vez. Estás cansada de que los hombres te traten como un objeto que solo abre las piernas. Te gustaría que algún día alguien te pregunte cómo te sientes.

Le das un bocado al trozo de lasaña y evalúas servirte uno más cuando tu jefa te intercepta en la mesa del buffet.

—¿Dónde has estado? —te pregunta. Notas cierto enfado en su rostro.

—Estaba comiendo. La lasaña está deliciosa, ¿no? —le dices intentando desviar el hecho de que has desaparecido por más de una hora.

—Pablo está borrachísimo. Es un asco así —te cuenta y te haces la desentendida. Odiarías la idea de que tu jefa sepa que te acostaste con uno de los redactores en la fiesta de Navidad. ¿Qué pensaría de ti? «Pablo quiere hacerse a todas y solo las estúpidas caen», te dijo una vez.

—Sí, es un asco —respondes y decides ir por el postre.


Pablo no es el primer hombre borracho con el que te acuestas desde que estás soltera. El primero fue Diego. Lo conociste el Halloween pasado cuando ibas disfrazada de Vilma Dinkley. Él fue el único que entendió tu disfraz y te pareció que esa era una señal. La verdad es que tenías el corazón roto y cualquier cosa hubiera sido una señal.

Lo invitaste a tu casa. En el camino, él te hablaba de Pink Floyd y tú solo podías pensar en una cosa: «¿tendrá preservativos?». Le preguntaste si tenía preservativos. Te dijo que no y fueron a una farmacia. Él eligió los primeros que vio y tú lo esperaste en el carro.

No lo invitaste a pasar a tu cuarto. Te traía demasiados recuerdos. Lo metiste en un baño de 3 metros cuadrados y tuvieron el sexo más incómodo de tu vida. Él te dijo que le dolía la cabeza y que mientras tú tratabas de venirte su cráneo se aplastaba contra la pared.

—¿Podemos ir a tu cuarto? —Te preguntó mientras se limpiaba las gotas de sudor que caían de su frente.

—Acá estamos bien —le dijiste. La verdad es que no estaban bien. Tú tampoco podías venirte porque a las justas tenías donde apoyar las manos.

Al día siguiente, la única amiga que tenían en común te envió un mensaje: Diego no quiere volver a verte. «¿Qué pasó entre los dos?», te preguntó. «Ni idea», respondiste. Igual tú tampoco querías volver a verlo: no te interesaba saber nada más sobre Pink Floyd.


Después de Diego siguió Manuel. Lo viste en el gimnasio y, aunque al inicio hiciste todo lo posible porque no te reconociera, te lo cruzaste en las máquinas de cardio. Hablaron como si el tiempo jamás hubiera pasado y quedaron en tomar un café.

—¿Y qué pasó con tu novio? —fue lo primero que preguntó.

—Tú sabes… La vida —le respondiste. No querías aceptar la verdad: que la cagaste. No querías aceptar la verdad: fuiste el ejemplo de todo lo que no se debe hacer en una relación.

—¿Vamos al cine mañana? —te preguntó. La última vez que fuiste al cine con Manuel tenías 16 años y estabas en la secundaria. Perdiste tu virginidad con él pero le hiciste creer al siguiente que seguías siendo virgen.

—¿Qué vemos? —respondiste. —Cualquier cosa —te dijo.

Los días junto a Manuel fueron más que un remember porque un remember es acostarte con tu ex y en este caso estabas haciendo más que eso. Al gimnasio, le siguió el café y al café le siguieron los viernes de cine y los almuerzos de los sábados.

Y a los almuerzos de los sábados le siguió el acostarse juntos. Y decir que se acostaron es mucho porque te lo tiraste en las escaleras de tu edificio.

—¿Podemos ir a tu cuarto? —te preguntó. No era la primera vez que alguien te hacía esa pregunta. Ya estabas harta.

—¿Qué tiene de malo esta escalera? —le respondiste de mal humor. Tú la estabas pasando bien a pesar de la pequeña -gran probabilidad- de que bajaran los vecinos o de que alguien hubiera puesto cámaras de seguridad en esa zona del edificio.

—Me duele el culo, Andrea. Eso pasa —te dijo. Notaste cierta incomodidad en su rostro. Una incomodidad que te recordó por qué dejaron de mantener contacto después de la secundaria.

—Mi cuarto no está disponible en este momento —le dijiste.

Aunque la verdad era otra: tu corazón tampoco lo estaba.



 

(Sevilla - España) Periodista y poeta peruana. Autora del poemario Alguna vez esto dolió (Editorial Colmillo Blanco, 2021), libro escogido como una de las revelaciones literarias del 2021 según un recuento de Infobae Perú. Hoy vive en Sevilla, España, en donde estudia una Maestría en Escritura Creativa que espera se convierta en un libro de relatos.






(Madrid - España) Lucía Coz nació en Lima (Perú) en 1992.Egresada con primer puesto en el premio a la crítica de la especialidad de grabado de la facultad de arte y diseño Pucp, Lima, Perú, en el 2017. Ha trabajado con editoriales peruana como Pichoncito y otras, como Penguin Random House. También ha sido parte de publicaciones en países como Argentina, Chile, Inglaterra y España. Fue seleccionada entre las mejores ilustraciones del 2020 en la edición 14 de Siempre Latino de la UP, Argentina. Ganó el primer puesto en ilustración editorial en el LAD fest (Latin American Design) del 2020. Participó de exposiciones colectivas.

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