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Breve historia de un mensaje viviente

Aurora Mardiganián y el Genocidio Armenio


Por Martín Montenegro Abazyan




«Era una muchacha pequeña, de cabellera negra y brillante. Hasta que le hablé y alzó hacia mí sus ojos, en los que estaba escrita la historia indeleble de su sufrimiento, no pude creer que fuese la Aurora Mardiganián que yo había estado aguardando (…) A ella le habría gustado ir al colegio y estudiar música, como su padre había planeado para ella antes de ocurrir lo de las masacres, pero ahora tenía un mensaje que entregar: un mensaje que su nación sufriente enviaba».

Estas palabras escritas en 1918 pertenecieron a Nora Waln, del Comité Americano de Socorro para Armenios y Sirios; y aquella Aurora que describió era Arshalúis (luz matinal) Mardiganián, sobreviviente de uno de los episodios más brutales de la Historia Moderna: el genocidio que el Imperio Turco-Otomano perpetró contra los armenios.

En abril de 1915, cuando apenas contaba con la edad de catorce años, Aurora fue víctima de las atrocidades que se desencadenaron sobre su Pueblo. El gobierno de los ultranacionalistas Jóvenes Turcos, tras abandonar su discurso democrático y otomanista [1], ordenó la limpieza étnica que posibilitase un Estado exclusivamente para turcos en las tierras que los armenios habitaban desde varios siglos antes de que los conquistadores turcomanos llegaran procedentes de Asia Central.

La convivencia arbitraria entre conquistadores y conquistados funcionaba mediante un sistema de vasallaje y de la desigualdad ante la ley producto de la teocracia sultánica que hasta 1908 gobernó un Imperio que en su mayor esplendor se extendió por Europa, África y Asia, pero cuya decadencia y retracción territorial convenció a los nuevos gobernantes turquistas de que, para salvar al Imperio, había que depurarlo de las comunidades que ya habían sido estigmatizadas como enemigos internos y causas del declive imperial.

Fue por esa razón que, mediante la excusa de una reubicación poblacional, se organizó el Medz Ieghern (Gran Crimen), un plan de deportación cuyo auténtico objetivo consistió en la aniquilación de los armenios, quienes serían asaltados, secuestrados, violados, torturados y asesinados a lo largo del trayecto cuyo último destino serían los campos de concentración del desierto sirio, donde los pocos que llegasen morirían de hambre, sed, agotamiento y enfermedades contraídas por el hacinamiento y las condiciones inhumanas a las que durante meses fueran sometidos:

«Los refugiados armenios, hambrientos, agonizantes y con los pies magullados, estaban acampados (…) cuando pedíamos agua en los pozos de los turcos, nos escupían el rostro».

A la vez damnificada y testigo de aquellas calamidades pero sobreviviente de las mismas, Aurora se convertiría en portavoz de un pueblo arrasado.

Hacia 1918, ya refugiada en Nueva York tras escaparse de quienes la habían secuestrado y vendido como mercancía, comprendió que la contundencia del mensaje que cargaba no merecía otro destino que una difusión de tal envergadura que alcanzase a toda la humanidad. A partir de ello se articuló un proceso comunicativo que despertó durante más de un siglo la atención de rigurosos analistas.

Al momento de relatar su calvario, Aurora no hablaba inglés, por lo que, cuando el periodista, escritor y editor Henry Leyford Gates se interesó en ella, fue necesaria la mediación de alguien que la tradujera del armenio. Dicha tarea fue asumida por los miembros de la familia que amparó a la sobreviviente en Estados Unidos. Familia cuya identidad hasta la fecha se desconoce.

Bajo tales circunstancias en 1918 Gates recopiló el testimonio de Aurora y lo publicó en lengua inglesa con el título de Ravished Armenia.

«Todos los armenios que durante siglos habían tenido sus hogares en Sivás, Tokat, Agn, Erzingá, Kerazún, Sasún y en un sinnúmero de ciudades más pequeñas en el norte, habían sido forzados a dirigirse rumbo hacia Malatiá. Todos los ríos en el camino estaban teñidos de sangre; los valles eran enormes tumbas abiertas en las que miles de cadáveres permanecían insepultos: los desfiladeros estaban obstruidos con los muertos».

Es importante destacar que el relato de Aurora fue presentado a través de recursos narrativos aportados por Gates, quien tomó esos episodios tan cruentos como reales y a partir de ellos elaboró una prosa atrapante que no altera el valor testimonial de lo enunciado por la sobreviviente ni le quita veracidad a los hechos. Es por esta razón que Ravished Armenia constituye un importante antecedente del género non-fiction, dado que se puede observar en su lectura la innegable conexión entre la novela de testimonio y la tarea periodística auténtica, del mismo modo que el fenómeno comunicativo parte de entrevistas a una persona real para difundir hechos verdaderos sin negarles una presentación estética. Gates realizó un trabajo de campo que anticipó casi cincuenta años el de Truman Capote, autor de In Cold Blood, tal vez la obra de non-fiction más emblemática.

En 1919 el mensaje de Aurora fue traducido al castellano desde el inglés por J. R. López Seña y se publicó con el título Armenia Arrasada, lo cual ya planteaba un punto de análisis interesante: el verbo «ravish» significa tanto «arrasar» como «vejar», «violar». ¿Cuál de todos estos términos era el que más se ajustaba a lo testimoniado y que por lo tanto debía encabezarlo?:

«Todos los turcos ricos que mantenían harenes, desde el Mar Negro hasta el río Tigris, tenían una o más concubinas nuevas, a veces hasta una veintena; infelices jóvenes armenias que habían sido raptadas para ellos durante la marcha».

Lo que para algunos investigadores hispanohablantes resulta difícil de entender es que a la versión en castellano de 1919 le fueron omitidas o modificadas un considerable número de pasajes del original. Por ejemplo, el Doctor Vartán Matiossián consideró que «No son pocos tampoco los errores y libertades excesivas que se advierten» en esa traducción del inglés. Independientemente de ello, el relato de Aurora adquirió tal repercusión que ese mismo 1919 despertó el interés de Hollywood. En consecuencia se rodó una película muda dirigida por Oscar Apfel y titulada The Auction of Souls (La Subasta de Almas), en clara referencia al carácter mercantil que la deportación adquirió mediante la apropiación y comercio de la vida humana por parte de los genocidas:

«Los turcos ordenaron que las vírgenes se separaran de quienes no lo eran. Entonces se les dijo a las novias y a las jóvenes casadas que serían enviadas a Constantinopla para ser vendidas como concubinas o como esclavas de agricultores turcos».

Lo más sorprendente de la filmación fue que Aurora, quien primero había tolerado los estropicios más crueles que una joven podía soportar, luego, los revivió al narrarlos, y, finalmente, los debió volver a atravesar mediante la experiencia de protagonizar su propio papel en la pantalla grande. Semejante situación de revictimización, entonces era inédita. Sin embargo algunos años después tendría su parecido en el cine argentino con el caso de Julio Troxler, sobreviviente de los fusilamientos ilegales de José León Suárez que actuó de sí mismo y como narrador en el filme de Jorge Cedrón Operación Masacre, el cual se basó en el libro homónimo de Rodolfo Walsh que constituye la obra más consagrada de non-fiction en las Letras argentinas.

1919 tampoco finalizaría sin que Ravished Armenia tuviera otra publicación. Para esta segunda edición en inglés le agregaron el título de la película y dieciséis ilustraciones extraídas de la misma.

Desde entonces ha tenido varias reimpresiones y traducciones, entre las cuales se encuentran una edición holandesa y tres armenias. Con el correr de los años, el filme se perdió, siguiendo el destino de un alto porcentaje de películas mudas. Quedó registrado que Buenos Aires fue el último lugar conocido hasta ahora donde se proyectó con su nombre original. Ello sucedió el 24 de octubre de 1926, en una función organizada por la filial local de la Unión General Armenia de Beneficencia en el teatro José Verdi del Barrio de La Boca.

Pero el mensaje del Pueblo Armenio que Aurora Mardiganián transmitió a la humanidad ya en lenguaje escrito, ya en cinematográfico, lejos estaba de perderse definitivamente u olvidarse. En 1994, el investigador Eduardo Kozanlián consiguió identificar en la República Armenia los únicos fragmentos sobrevivientes de la película [2]. Se trata de algunos minutos que volvieron a difundirse como si se tratara de un reajuste que el Destino permitía para compensar de algún modo que aquel mismo año Aurora partió de esta vida.

El hallazgo, lejos de tomarse por punto de arribo, generó nuevos proyectos como una nueva edición en 1999 de la versión castellana de López Seña, la cual se agotó inmediatamente. Sin embargo, el trabajo más exhaustivo lo impulsaría el propio Kozanlián, quien encaró una labor que demandó veintisiete años de investigación para lanzar la versión de Subasta de Almas o Armenia Arrasada que incluye una contextualización historiográfica inédita en la narración de Aurora mediante el soporte paratextual derivado de documentación académica incuestionable.

Presentada el 20 de octubre del año pasado en la Biblioteca Nacional Mariano Moreno (Ciudad de Buenos Aires), esta edición además cuenta con una traducción nueva efectuada por el mencionado Matiossián, directa del original en inglés de 1918 y que ofrece al lector hispanohablante por primera vez una versión integral y fiel al original de la narración de Aurora que recopiló Gates.

El principal logro de esta nueva publicación radica no sólo en que los testimonios recogidos hace más de un siglo quedan en diálogo con el trabajo de investigación académica que comprueba su veracidad, sino que además permite que de este modo perdure el mensaje del Pueblo Armenio que Aurora Mardiganián transmitió gracias a su supervivencia. Un mensaje vigente que insiste en advertir sobre la amenaza que continúa pendiendo sobre los armenios de hoy, dado que la alianza político-militar entre Turquía y Azerbaiyán mantiene sitiada a la actual Armenia y literalmente cautivos a los ciento veinte mil armenios de Artsaj, a quienes se les bloqueó todo suministro de alimentos y medicinas. Esta lamentable situación empuja a comprender que si la comunidad internacional no intercede ahora como no lo hizo en 1915, Armenia continuará siendo arrasada. Por lo tanto, este libro interpela a promover una oportuna intervención para que nunca más vuelvan a subastarse almas.



 


[1] Discurso que consistía en reconocer la condición de otomanos a todos los pueblos y credos del Imperio por igual, ello establecería igualdad civil entre toda su población, la cual estaba constituida por turcos, árabes, kurdos, circasianos, judíos, griegos, asirios, armenios, entre otros. Del mismo modo, el otomanismo apuntaba a que las minorías hiciesen a un lado sus particularidades culturales para asimilarse en una identidad común.


[2] Estos fragmentos recuperados pueden verse haciendo clic AQUÍ.



(Buenos Aires - Argentina) Magíster de la Universidad de Buenos Aires en Literatura en lenguas extranjeras y Literaturas comparadas. Profesor de Castellano, Literatura y Latín del Instituto Superior del Profesorado Dr. Joaquín V. González, con especialización docente en Literatura Hispanoamericana. Licenciado en Periodismo con orientación audiovisual.

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