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Reflexiones sobre el tiempo

Por Maxi Kronenberg


Una reflexión personal y ensayística en el fin de un año muy particular.


A lo largo de la historia numerosos artistas, filósofos, pintores, cantantes y escritores hicieron referencia a la importancia o al valor que le asignamos a la utilización del tiempo a lo largo de nuestras vidas.

El tiempo es lineal, como narró Marcel Proust en En busca del tiempo perdido: la novela que el célebre escritor francés publicó en siete partes, desde 1908 a 1922. Según los críticos, la obra de Proust revolucionó la literatura universal del siglo XIX hasta que el irlandés James Joyce publicó Ulises y transformó nuevamente la literatura del siglo XX. Ambas obras representan los manejos del tiempo por excelencia.

Precisamente, el tiempo es el periodo en el que la balanza se inclina hacia un lado u otro, convirtiéndose en el péndulo de la queja o de la sabiduría, según las conveniencias. Ganar o perder tiempo, esa es la cuestión ¿Será posible detenerlo en algún momento? El tiempo, esa etapa de nuestras vidas que muchas veces no sabemos cómo administrarlo, exhibe una buena dosis de ansiedad cuando aparenta ser apremiante pero suele ser escaso cuando creemos que disponemos de una corta duración para llevar a cabo alguna acción determinada. En cambio, denota una eterna dilación cuando ese preciso espacio temporal que imaginamos suele percibirse cansino, angustiante e ilimitado.

Sin embargo, el paso irremediable del tiempo es la gran inquietud que tenemos ya que no hay forma de evitarlo. La persistencia de la memoria, aquellos relojes blandos o derretidos como quesos es uno de los cuadros sublimes que resume el surrealismo del genial Salvador Dalí. Realizó numerosos trabajos en serie sobre el tiempo como relojes, anillos, pendientes y broches, convirtiéndose en el objeto más representativo de su obra en todo el planeta.

La obsesión que Dalí tenía por el tiempo es el sumun de todas sus obsesiones. El mensaje de su obra está a la vista: se trata de no vivir a la velocidad de nuestro cuerpo sino vivirlo a la velocidad de nuestra mente.

«Time it's on my side» («El tiempo está de mi lado»), entonaba un joven Mick Jagger en sus comienzos con los Rolling Stones en la década del ’60, en una homónima canción cuya letra hace referencia al arrepentimiento y a la reconquista de un gran amor, dando a entender que el tiempo le dará la razón cuando aquella chica que tanto ama volverá a su corazón.

Y en tiempos de coronavirus hay tiempo para la vida pero la muerte no se detiene. Por eso, el mundo entero implora la aparición de la vacuna que tanto se hace esperar para quedar inmunizados y fortalecidos en esta feroz pandemia del tercer milenio que continúa haciendo estragos en cualquier rincón del planeta. Si bien el tiempo apremia y el COVID-19 mata a cientos de miles de personas por día, se necesita el tiempo suficiente para elaborarla, probar su efectividad y después salvar a la humanidad.

Pero el mundo se ha detenido a raíz de la aparición de este maldito virus que no distingue clases sociales, por lo que la nueva modernidad ha llegado debido a millones de contagios y de fallecidos mediante el paso del tiempo.

Nuestro envase, nuestra existencia, nuestra propia vida está marcada por el destino y nadie sabe a ciencia cierta por cuánto tiempo viviremos. Por eso, debemos vivir cada momento a pleno y en esa dirección encadenar una serie de acontecimientos, los buenos y los malos, los de todos los días, allanándole el camino a nuestro legado para que una generación supere a otra con el paso del tiempo. Pero el tiempo también cura las heridas. Para ello, habrá que dejarlo pasar y mantener el anhelo ferviente de que cosas se irán acomodando a través del tiempo.

Celebrar los aciertos y asimilar los errores cometidos nos ofrece una mirada saludable para llevarla a la práctica, porque la vida es única y debemos aferrarnos a ella, a abrazarla, a aceptarnos como somos, a que el paso del tiempo es la naturaleza de nuestras vidas y queremos contemplarla, ya que nadie sabe con exactitud cuál es el destino que nos depara. Sin dudas, «El tiempo es veloz», como recitan a dúo Fito Páez y David Lebon. Tal vez, las teclas del piano replican el paso irresistible de la vida. Porque «El tiempo pasa, nos vamos poniendo viejos» y no existe la fórmula para detenerlo aunque podemos quedar suspendidos en el tiempo, al menos por un instante, para reflexionar lo vivido, para no repetir los errores cometidos, y para seguir abrazando la vida y vivir con mucha pasión mirando siempre adelante.



 

(Buenos Aires - Argentina) Periodista, productor, escritor e investigador. Magister en Periodismo (Universidad de San Andrés). Publicó Perón, Gardel y los deportes (Indie Libros, 2019). Ha trabajado en diversos medios gráficos y audiovisulaes. Actualmente realiza trabajos especiales en el diario Clarin y en Revista Pymes.

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