Nota principal - Edición N42 - 43
Hay libros que tienen una existencia casi secreta. Sabemos que existen, que están inéditos, pero ese existir es casi mítico hasta no tenerlos en letra de molde. Cuando se anuncia que su condición de inédito dejará de ser tal, se los espera con verdadera ansiedad. Tal es el caso de los Schwarzen Büchern (o Los libros negros) de Carl Gustav Jung, una serie de composiciones privadas escritas entre 1913 y 1932. Inéditos hasta el 2020 cuando se publicaron en inglés, hoy le toca al mundo hispano parlante acceder a esta obra.
El hilo de Ariadna sorprendío al mundo editorial publicando Los libros negros en una edición impecable de 7 tomos con edición de Sonu Shamdasani, traducción española a cargo de Laura S. Carugati, Romina Scheuschner y Gastón R. Rossi y supervisión de Bernardo Nante, doctor en Filosofía, presidente de la fundación Vocación Humana y especialista en el psiquiatra y psicólogo suizo.
La obra constituye una obra visionaria en la que Jung registró sus fantasías en estado de vigilia. Esta obra es predecesora de El libro rojo, también editados por El hilo de Ariadna en 2010.
Hablamos con Bernardo Nante quien nos dio un detallado relato sobre el hito que representa esta edición en español.
ULRICA: ¿Qué lugar ocupan estos libros en la obra de Jung?
BERNARDO NANTE: Para poder responder a esta pregunta, es necesario distinguir, por un lado, entre la obra teórica de Carl Gustav Jung y, por el otro, la obra que puede calificarse de «visionaria» o, si se quiere, de «inspiracional». La obra «visionaria», constituida fundamentalmente por Los libros negros y El libro rojo, da cuenta de la confrontación de Jung con las profundidades de la psique y, asimismo, de sus primeras reflexiones y reelaboraciones discursivas y plásticas. Esta obra «visionaria» incluye, asimismo, algunos pasajes de su autobiografía, Recuerdos, sueños y pensamientos, otras notas (en buena medida inéditas), cartas y su labor plástica, en particular la Torre de Bollingen, esa morada de retiro del propio Jung, con sus esculturas y pinturas, en las que se plasman personajes simbólicos, producto de su trabajo interior. Esta labor visionaria de Jung constituye el magma de sus textos académicos, en los que se la retoma bajo la forma de una teoría psicológica y de una praxis terapéutica y, asimismo «psíquico-espiritual». Los libros negros están constituidos por una serie de libretas de tapa negra, en las que Jung volcó sus sobrecogedoras experiencias, ordenadas cronológicamente, que comienzan el 12 de noviembre de 1913 y terminan el 15 de diciembre de
1932. En Los libros negros hay escasas referencias biográficas, pues están centrados en su encuentro con su propia alma y, junto con ella, con un sinnúmero de personajes simbólicos de apariencia mítica, que luego serán retomados en la obra científica de Jung bajo la forma de los arquetipos o formas arquetípicas, a saber, la máscara, la sombra, anima y animus, la Gran Madre, el Anciano Sabio y, fundamentalmente, el sí-mismo, entre tantos otros. Podría decirse que Los libros negros dan cuenta de una suerte de «mítica» o de «mitología» que se reapropia en clave científica en su psicología. Pero este proceso que va desde una «mitología» a una «psicología», no requirió solamente de un esfuerzo epistemológico o, si se quiere, de justificaciones científicas. En efecto, también está mediado por la enorme labor que implicó la realización de El libro rojo, una obra que se basa parcialmente en Los libros negros, pues su texto retoma las experiencias que van del 12 de noviembre de 1913 hasta el 6 de junio de 1916, con el agregado de comentarios e imágenes referidas no solamente a ese período. Por ello, Los libros negros, por un lado, iluminan a El libro rojo pues dan cuenta de la prosecución de su confrontación con lo inconsciente y de sus imágenes y, por el otro, constituyen el meollo de la teoría psicológica científica y de su praxis. Desde luego, para ello Jung tuvo en cuenta experiencias análogas de sus pacientes y una enorme literatura e iconografía referida a las tradiciones de Occidente, Oriente y de las culturas arcaicas. Podría decirse de modo sintético que el «alma» recuperada a través de las experiencias de Jung, reaparece en su obra teórica como «realidad psíquica». Es decir, la psique demuestra una autonomía respecto del yo y una creatividad propia. A partir de ello, es posible abrirse a otras profundidades que enriquecen no solamente una conexión con la interioridad, sino también con el mundo y, eventualmente, con la trascendencia, pues se da cuenta de una suerte de «especularidad» entre lo que pasa «afuera» y lo que pasa «adentro». En definitiva, probablemente el máximo aporte de la obra de Jung consista en dar respuesta a la «muerte de Dios» en el contexto de la desacralización propia del mundo contemporáneo. Esta imagen de Dios que va resurgiendo de modo espiralado en Los libros negros y El libro rojo, asume la materia, lo femenino y el mal, es decir, realidades excluidas de un modelo de Dios que en el que predomina el ideal de «perfección» y no de «plenitud» o «completitud». Lo pleno abraza y asume todos los opuestos de la realidad, por más paradójicos que parezcan. Esta imagen de Dios, de múltiples nombres, reaparece en la obra teórica como «sí-mismo», es decir, la totalidad de la personalidad psíquica.
U: ¿Qué puede encontrar el lector de hoy en esta obra inédita y, en sí, en toda la producción de Jung?
BN: Lo más importante que va a encontrar el lector en la obra hasta ahora inédita de Carl Gustav Jung, Los libros negros, es el testimonio de sus misteriosas experiencias con la profundidad de su psique. En este sentido, es una obra única pues se trata acaso de una de las pocas obras iniciáticas del siglo XX y, si bien es un texto íntimo, su potencial lector va a notar que el material inconsciente y numinoso tiene la cualidad de impactar en su interioridad. Ello se debe, a mi entender, a que esta obra, si bien es atribuible a los procesos individuales de Jung, responde a una constelación espiritual que responde a una situación de época. Inmediatamente antes de consignar sus experiencias en las libretas negras, el psicólogo suizo Carl Gustav Jung tuvo en tres oportunidades inquietantes visiones de gran parte de Europa devastada por un diluvio de muerte y sangre que, sin embargo, no afectaba a Suiza pues sus montañas se elevaban a modo de dique de contención. Jung temió que se tratara del pródromo de un brote esquizofrénico, pues en aquel entonces era difícil prever que en julio de 1914 estallaría la primera guerra mundial, declarada oficialmente el 1 de agosto de ese mismo año. No obstante, en esa oportunidad Jung no se limitó a calificar a sus visiones de meramente «premonitorias», sino que comprendió que la cultura y la historia se gestan en la profundidad de cada uno de los seres humanos, aunque ello no se advierta.Esto es quizás el primer mensaje de toda la obra junguiana, el cuidado de sí, de un «sí» que en buena medida desconocemos y cuya debida atención es condición necesaria para el cuidado de la humanidad y del mundo. Ahora bien, la primera guerra mundial es una desdichada catástrofe externa, en buena medida provocada por el desequilibrio humano, que contradice los principios que supuestamente guiaron a la modernidad, a saber, la racionalidad, la utilidad y una ética social que presupone que el mal puede ser enfrentado exclusivamente por la buena voluntad. En Los libros negros el lector va a hallar aquello que se desarrolla teóricamente a lo largo de la obra posterior de Jung hasta su muerte acaecida en 1961. Se trata del «proceso de individuación», es decir, la integración consciente e inconsciente o del yo y el sí-mismo, que implica una respuesta individual y colectiva a la desorientación de nuestra época. Leemos en Los libros negros: «Tú eres en Dios, cuando tú eres en ti mismo». En última instancia se trata, como ya he sugerido, no solamente de una «psicología» sino de una cosmovisión integral que invita a colaborar con el renacimiento de la imagen de Dios en la intimidad humana, es decir, de una imagen de totalidad y de sentido que abraza todos los opuestos, materia y espíritu, femenino y masculino, mal y bien.
El Hilo de Ariadna es una editorial a cargo de Soledad Costantini y Leandro Pinkler, que tiene el mérito de ser pionera en la publicación en lengua castellana de obras fundamentales referidas a lo sagrado y lo simbólico. En el 2010 la editorial publicó la extraordinaria obra El libro rojo de Carl Gustav Jung, un volumen que contiene la bellísima copia facsimilar y la traducción castellana y que tiene como fuente Los libros negros. Desde el 2010 hasta el presente publicó un sinnúmero de obras que enriquecen la cultura del mundo hispanohablante: Los San Signos, de Xul Solar; El arte psicológico y visionario, de C. G. Jung; Ánimus y ánima, de Emma Jung; Imaginación activa alquímica, de Marie-Louise von Franz; Lo femenino en los cuentos de hadas, de M.-L. von Franz; El libro rojo de Jung. Claves para la comprensión de una obra inexplicable, de Bernardo Nante; entre muchos otros. En cuanto a Los libros negros que hoy se publican, el primero contiene un estudio preliminar de Sonu Shamdasani y el resto los respectivos bellos facsímiles en escala uno a uno del manuscrito alemán con la traducción directa a nuestra lengua. Laura Carugati y Romina Scheuschner ya habían intervenido en la traducción de El libro rojo al castellano, también al cuidado de Bernardo Nante. En el caso de Los libros negros, los traductores, liderados por Laura Carugati, trabajaron armoniosamente en tándem y periódicamente presentaban, para supervisión de Nante, las respectivas traducciones parciales. La cuidadosa traducción que hoy se presenta es el resultado de un fructífero diálogo constructivo con el equipo de traductores.
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