Editor y co-fundador de Ediciones Godot, charlamos sobre las editoriales independientes, la Feria de Editores de este año y el futuro del libro y la lectura en un mundo cada vez más volcado a la tecnología y las redes sociales. También nos ayuda a comprender el panorama actual de la edición en la Argentina y los desafíos que plantean las coyunturas locales e internacionales.
Aunque estudió Ciencias de la Comunicación en la UBA, hoy el nombre de Víctor Malumián es inmediatamente asociado al mundo editorial. Junto a Hernán López Winne fundó en 2008 Ediciones Godot y en el 2016 publicó como co-autor el libro Independientes ¿de qué? a través de Fondo de Cultura Económica México. Pero su contribución a la cultura del libro no se limitó a eso. En el 2012 fue co-creador de la Feria de Editores (FED), un evento que reune a las editoriales independientes y a los lectores. Año a año esta feria se ha ido posicionando como uno de los eventos culturales de mayor importancia en la Ciudad de Buenos Aires. En su última edición más de 250 editoriales de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, México, Uruguay y Venezuela se dieron cita virtual.
Ulrica: Hoy la FED ya lleva varios años pero, ¿cómo surgió la iniciativa?
Víctor Malumián: La idea surgió a raíz del hecho de que la Fundación El Libro -responsable entre otras actividades, de la famosa y multitudinaria Feria Internacional del Libro de Buenos Aires-no permitía la creación de stands conjuntos para participar de en La Feria del Libro y era imposible que una editorial chica pudiera participar con un stand completo. De hecho, las primeras experiencias de editoriales independientes participando en la Feria se dan de manera conjunta como Los Siete Logos, La Sensación, Sólidos Platónicos, Carbono, entre otras, que son agrupaciones que contienen, al menos, cinco editoriales que pudieron sumar un espacio en la Feria. A nosotros se nos hacía fundamental contar con un espacio donde tener un feedback de primera mano con nuestras lectoras y nuestros lectores, entender qué pensaban de lo que estábamos haciendo, desde el diseño editorial hasta la propuesta de publicación. Y la FED nace buscando esa relación directa, una vez al año, con lectoras y lectores para saber si estamos logrando un efecto de conexión y si las recomendaciones que ponemos sobre la mesa tienen sentido.
U: ¿Qué balance hacés de la edición de este año (que tuvo que ser completamente virtual) y cuál creés que es el futuro de la FED?
VM: A puertas afuera de la organización, el balance es positivo. Se vendieron más de 8000 ejemplares en un fin de semana, cuando generalmente es más tranquilo en cuanto a las ventas. Teniendo en cuenta el contexto de pandemia y los 4 años de recesión contínua y la merma en la capacidad de consumo, se pensó en una alternativa que englobara diversos actores además de las editoriales como a las librerías, a las distribuidoras, a los autores y las autoras. Me parece interesante que la postura de la FED sea pensar en el ecosistema del libro como una relación interindependiente donde todos necesitamos de los otros. Somos partes y eslabones que hacen que el libro pueda circular. No pensamos que solo hay que producirlo sino también lograr que circule. Lo ideal hubiese sido que sea presencial, pero en este contexto de pandemia era imposible. Por eso se encontró esta vuelta donde la entrega en CABA era sin cargo, que se regale un libro a todos que compraban más de cuatro ejemplares. Todas propuestas interesantes que hicieron que la FED se tome como modelo, luego, en otros países durante el resto del año. A futuro, me gustaría que estén todas las condiciones para que pueda volver a hacerse a puertas adentro, pero no creo que sea posible y habrá que pensar en nuevas alternativas ante un escenario tan cambiante.
U: ¿Cómo describirías, en general, el panorama editorial independiente argentino?
VM: En general, en Latinoamérica, estamos viendo un crecimiento de las editoriales independientes. Se puede ver tanto en Colombia, como en Chile y en Argentina donde hay una gran variedad y hay una profesionalización donde se están tomando muy en serio la distribución, la prensa, el respeto por los contratos, la mirada inteligente sobre el campo en el cual quieren actuar, un gran cuidado de los catálogos desde la traducción hasta lo estético. Eso hace que las editoriales vayan creciendo lentamente y tomando espacios que las editoriales multinacionales dejaron de lado porque eran espacios que ya no les interesaba, ya sea por temas comerciales o ideológicos. Además, las editoriales independientes están poniendo en disputa viejas nociones como la idea de que las editoriales chicas no se distribuyen bien, y ese es un hecho que viene cambiando a pasos agigantados en últimos años. Además del prestigio que vienen ganando frente a las grandes editoriales que antes parecían la meca del libro.
U: ¿Cuáles creés que son los desafíos que se plantearon este año para la supervivencia de las editoriales independientes argentinas?
VM: No sé si hablar de desafíos. Sí creo que se dieron procesos acelerados de digitalización, tanto de los catálogos como de la comunicación. Existían editoriales que no tenían digitalizados sus catálogos y salieron rápidamente a hacerlo o contratar esos servicios. Otras tenían descuidadas sus redes sociales y entendieron la importancia que tienen y que es la forma de comunicarse con muchas lectoras y lectores que luego, a su vez, pueden ser redireccionados o invitados a visitar y comprar en una librería. Por otro lado, se dieron alianzas entre diferentes eslabones muy interesantes que van a superar el estado de pandemia y que van a instalarse definitivamente, como ser la estrategia de compartir libros que le faltaban a determinado grupo de librerías o el compartir las mutuas preocupaciones que hay entre editores y libreros. Esas relaciones van a crecer y se van a desarrollar en la pospandemia pensando en salidas colectivas.
U: Siendo que el mercado editorial es tan competitivo y dirigido a un público tan específico, ¿cuáles creés que son los puntos fuertes de las editoriales independientes?
VM: Creo que el punto más fuerte de las editoriales independientes es la pertinencia. Cada catálogo está alineado a determinada voluntad. Por ejemplo en el catálogo de Chai, que es una editorial que considero que hace un trabajo estupendo, podés ver que hay una preocupación por traducir literatura contemporánea de calidad y que no es tan conocida en nuestro país. En el caso de Godot, hay un intento por traducir nuevas voces dentro de la no ficción y de autores clásicos también, pero hay un foco muy claro puesto en la traducción. Creo que las editoriales independientes están logrando interpelar a una comunidad de lectoras y lectores que buscan determinadas temáticas o determinados enfoques y recorridos de lectura. Me parece que hay mucha precisión en esa búsqueda y hay un trabajo constante de editoras y editores para difundir esos libros y darles el tiempo necesario para que lleguen al público. O sea, no son libros que si al año de publicación no cumplen con su objetivo de venta van a ser destruidos, sino que se piensan con una expectativa de vida mucho más larga.
U: Hoy los lectores y las editoriales interactúan sin intermediarios en las redes sociales, por ejemplo en Instagram, ¿cómo describirías a esta nueva relación y de qué manera creés que influye en la industria del libro?
VM: Cuando se habla de relación directa se piensa inmediatamente en ventas, y no es así. Las redes sociales, en realidad, nos permitieron a las editoriales hablarles directamente a las lectoras y a los lectores para comunicarles de la manera más fidedigna de qué va el libro, cosa que también sucedió con las librerías y su público que también han sabido construir una comunidad que expande la zona geográfica en la que están radicadas. Lo más valioso es eso, que podemos poner en juego piezas gráficas, contenidos, artículos, textos interpelen a la lectora y al lector y que, de alguna manera, inserten nuestro libro en torno a una discusión más amplia. Y, además, motivar que entre ellos se recomienden libros, charlen en torno al catálogo y vean a los libros como una herramienta para pensar la realidad. Durante mucho tiempo las editoriales estuvieron mediadas por los medios de comunicación, y en realidad lo siguen estando a través de recomendadores de libros o lectoras y lectores con grandes comunidades de lectores que las editoriales buscan que recomienden sus libros. Lo que tienen las redes sociales es que bajan mucho el costo y el esfuerzo que implica el contacto directo con un público determinado.
U: ¿Cómo imaginás que será el futuro del libro y de las editoriales en un mundo cada vez más digitalizado?
VM: Nadie sabe cuál es el futuro del libro. Pero sí podemos mirar hacia atrás y ver que el códice y el papiro convivieron durante mucho tiempo. Creo que cualquier predicción que diga que terminará abruptamente la existencia de un soporte se puede presuponer errónea, porque la historia nos demuestra que no funcionó de esa manera la transición entre los soportes. Creo que, en realidad, cada soporte va a responder a determinadas experiencias de lectura, como hoy en día sucede con el libro académico que se lee más en formato digital por las facilidades con las que se transfiere y por está más relacionado con una búsqueda concreta. A diferencia de lo que sucede con la novela que se lee mayormente en papel por el tema de la experiencia de lectura, porque se busca cierta inmersión. El libro en papel exige el monopolio de la atención cosa que pasa contrariamente con el audiolibro que permite quizás que estés lavando los platos o salís a caminar y estás escuchando un libro que te interesa. Algunas lectoras o algunos lectores elegirán un solo soporte y otros serán híbridos dependiendo de la necesidad o la experiencia que están buscando.
Bajo el lema «nos pega la pandemia, nos juntamos entre todxs» este año la Feria de Editories realizó su primera edición totalmente virtual. Las editoriales participantes interactuaban vía redes sociales con sus lectores y las charlas y conferencias se transmitían en vivo por su canal de You Tube.
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