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  • Foto del escritorUlrica Revista

(sin título), poesía de Jessica Signoretta


PH. Jakub Flis

1

Puede que el silencio,

enemigo de mi vigor

disfrace una calma, un ente sereno,

me regale un poco más de espacio.

Me guíe hacia mis miedos, los retuerza

los acomode en fila, un pelotón de fusilamiento

como si no supiese que existen;

como si no quisiese enterrarlos, romper el parquet

romper las paredes,

dejarlos escapar, no darles de comer.

 

Puede que la vida esté suspendida

dentro de mi casa del Conurbano.

Que solo se mueva el sol y me encuentre

inmóvil sobre el living, ni siquiera

corra las cortinas ni acomode los almohadones.

Es pesado respirar con el polvo

que ciega mi pertenencia, mi derecho a elegir

cuánto me conmueve todo lo que me sostiene. 

 

2

No contemplo desde esta cama

mayor placer que mirar los pájaros

que revolotean sobre el jardín. 

Descansan las palomas al sol

con las alas plegadas, exentas del peligro.

Por la tarde se posan en la medianera

se juntan en pares, se pelean

toman agua de la fuente y buscan alpiste.

Yo comparto el pan de mi merienda, duro e indiferente

lo trituro, lo arrojo en el pasto

las palomas bajan desesperadas, lo devoran sin agradecer.

Somos dos especies tontas y tiranas

regocijadas en la rutina, devotas al creer

que amar un hogar propio 

es el mayor acto de libertad.  

 

3

Recuerdo haber elegido la soledad

y resguardarla en esta casa

abrazada, inmune al riesgo

un escudo de protección tosco, terco

exagerado pero efectivo.

Mi fe se mueve, absoluta, lenta y conforme  

en un hueco, con los ojos cerrados;

mimetizada con las orugas que se sostienen sobre el alero.

 

Sobrevivo dentro de esta crisálida, el lugar que llamé mío

para que las pieles no me toquen

y las palabras no me disparen,

hasta deshacerme al fin en tierra amarga,

invisible, inmóvil;

despojada

de tener que reconocerme. 

 

4

Llovimos mucho 

mis esperanzas, mis intentos

de voluntad y carisma

mis deseos de derribar puertas

que no pude abrir ni saltar.

 

Llovimos y naufragamos

otra vez refugiadas en el agua;

se escapa de las manos, no podemos sostenernos.

Mejor dejarse escurrir, usarse para limpiar estas baldosas 

rociar flores y ser bebidas por pájaros y hormigas;

impregnar raíces, imaginar una nueva identidad,

una que humedezca pero que no desaparezca.

 

5

Los mediodías en casa son vastos hilos de luz

que repiquetean desde la ventana de la cocina.

Se posan en mi almuerzo, suplican que los devore. 

En los mediodías de casa se derriten al sol 

las imágenes de mi vida estática. 

Doy vueltas sin parar en la cocina,

arrojo las cucharas al suelo para hacer un poco de ruido;

todavía existo, mis extremidades pueden generar

un poco de sensación, de aire caliente.

En los mediodías de casa cuento los segundos, inhalo

me recuesto en el hormigón, exhalo

tomo agua y la escupo, nada en mi cuerpo

se queda más tiempo, se posa y se relaja.

Nada en mi cuerpo altera la pasiva existencia.

 

/Es intencional que los poemas no tengan títulos.



 

(Buenos Aires - Argentina) Nació en Buenos Aires en 1991. Es licenciada en Comunicación Audiovisual por la Universidad Nacional de San Martín y Estilista de Moda por la Escuela Argentina de Moda. Publicó Todas las flores que supe querer, su primer poemario por Halley Ediciones y es editora de Sofoco, una plataforma de difusión de moda latinoamericana.


Podés seguirla en @jessignore

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