Pablo Forcinito es nuestro invitado de marzo y nos deja esta recomendación.
El fascismo cayó. En sus clases, la señorita Jean Brodie ya no se atreve a declarar abiertamente su admiración por Benito Mussolini. Es maestra en una escuela femenina de Edimburgo desde la década de 1930. Cambiaron los tiempos. Ahora, mostrarse afín al fascismo puede jugarle en contra. Es consciente de que su superior, la directora Mackay, no dudaría en utilizar esa información para despedirla del colegio. Pero volvamos a la década de 1930, cuando Mussolini y sus camisas negras gozaban de mejor prensa. Por aquellos años, la señorita Brodie decía estar en su «plenitud», concepto que al lector le será revelado con el correr de la páginas. Tiene a su cargo a un grupo de seis niñas de diez años que destacará sobre el resto. A la pregunta: Qué es la «plenitud» para la señorita Brodie, se le suma la intriga que se dilata a lo largo de la novela: ¿Cuál de esas seis alumnas terminará traicionándola años más tarde?
La señorita Brodie actúa desde la convicción de sus principios ideológicos, segura de que puede sacar lo mejor de sus alumnas, hacer de ellas la crème de la crème. En este punto surge la duda: ¿Cuál es el límite entre la convicción y el ego personal?
Jean Brodie había traído de Italia una fotografía en la que se veía la marcha de los camisa negra por las calles de Roma. «Estos son los fascistas», les explicó en plena clase a sus alumnas, y después de deletrear la palabra se las hizo repetir a ellas mismas. Enseñaba también que, con la ayuda de sus fascistas, Mussolini había acabado con el desempleo. Años más tarde, en relación a la foto, una de las alumnas contaría: «Iban uniformados de negro de pies a cabeza y marchaban en formación impecable, con los brazos levantados en un mismo ángulo, mientras Mussolini permanecía de pie en una tribuna». Inspirada en el término Duce—«el que guía»—, apelativo referente a Mussolini, la señorita Brodie explicó su método pedagógico: «La palabra “educación” viene de la raíz latinae, que viene de ex, que significa “sacar” y de duco que significa “guiar”. Significa algo que se saca. Para mí, la educación es sacar lo que está dentro del alma de una alumna».
La señorita Jean Brodie es un personaje que genera tensiones en el lector. Ella, ideológicamente referenciada en la tercera posición, y admiradora de los movimientos de masas, de haber ejercido la docencia en Argentina durante los dos primeros gobiernos peronistas, posiblemente hubiese abrazado la causa nacional y popular. Ni yanqui ni marxista, casi que puedo verla en plena clase, enseñándole a sus alumnos a deletrear la palabra Pe-rón impresa en los manuales. Incluso me pregunto a qué bando se alinearía hoy, en pleno avance de Rusia sobre Ucrania. Tengo mi respuesta: al que haga propios los históricos postulados fascistas a los que la señorita Brodie adhería. Tal es la complejidad del personaje creado por Muriel Spark. Al que aún no lo hizo, recomiendo leer La plenitud de la señorita Brodie porque es ella misma la que incomoda al recordarnos que los fascistas también tienen corazón.
(Lanús - Argentina). Nació en 1978. Es escritor. Ha ejercido el periodismo cultural en distintos medios gráficos y digitales. Autor de Trilogía de Paraná(Metalúcida, 2019). La misa de los suicidas, su segunda novela, estará disponible en abril 2022, por Metalúcida.
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