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Junot Díaz, escritor entre dos patrias

El escritor dominicano, nacionalizado estadounidense, es una de las voces latinas de mayor prestigio en la literatura de habla inglesa. Con historias que relatan con crudeza y humor los problemas de los inmigrantes latinoamericanos en Estados Unidos, ha logrado posicionarse en lugares de prestigio. Ha publicado los libros de cuentos Los boys (1996) y Así es como la pierdes (2012) y la novela La maravillosa vida breve de Óscar Wao (2007), con la que ganó el Pulitzer. Su última obra, Lola (2018), se anima a hablarle a los niños.


Traducción de Juan Francisco Baroffio


Junot Díaz nació en República Dominicana en 1968. Creció en el barrio de Villa Juana en Santo Domingo, donde su familia conocío las privaciones de una vida sacrificada y pobre. En 1974 emigran a los Estados Unidos, donde se volverá ciudadano norteamericano. Pero, como aclara, los documentos oficiales no impidieron que padeciera la discriminación y segregación que suelen encontrar los inmigrantes de paises pobres. Sobre todo en el opulento país del norte.

Con influencias de sus dos mundos de pertenencia, la obra de Junot Diaz escapa a los lugares comunes. No copia su herencia latina ni busca imitar la de su nueva patria. Con una voz original, propia, cargada de humor, narra las problemáticas de los extranjeros en los Estados Unidos. Principalmente la de sus hermanos latinoamericanos.

Su mirada tan humana que combina,como en la vida misma, lo humoristico con lo trágico lo ha convertido en uno de los escritores más notables de la nueva cultura estadounidense. Ganador de prestigiosos premios, en el 2008 obtubo el Premio Pulitzer. Este hito, que solo premia a los autores norteamericanos, significó un reconocimiento formal de su aceptación en el ámbito cultural de ese país. Lo mismo su incorporación, en 2017, a la American Academy of Arts and Letters. Pero Junot no se engaña. El mundo real no es el del mundillo académico y cultural y por eso sigue hermanado con las causas de los inmigrantes marginados para los que el Sueño Americano tiene sabor a pesadilla.


ULRICA: En una entrevista reciente dijiste que «el poder se reinventa con cada crisis». ¿Cómo creés que va a ser el poder tras el COVID-19? ¿Dónde queda la literatura en este nuevo paradigma?

JUNOT DÍAZ: Ciertamente, hemos visto que las élites arraigadas están capeando esta crisis bastante bien y nuestros nuevos mandamás tecnológicos están en posiciones aún mejores –Jeff Bezos y la gente de Netflix no se están haciendo más pobres –pero, tal vez, más perniciosamente la inhabilidad de mucho gobiernos y sus instituciones para lidiar con el Covid-19 es lo que ha ayudado a socavar la fe de muchas personas en el gobierno y en el proceso democrático que tendrá un impacto negativo a largo plazo en el bien común. Mientras menos democracia tengamos, mejor para aquellos que ya tienen un gran poder.


U: Vos sos un escritor latinoamericano que logró desarrollar una carrera exitosa en los Estados Unidos, al punto de ser galardonado con el Pulitzer (honor reservado a los norteamericanos). ¿Qué creés que queda vivo, hoy, del American Dream?

JD: Es sólo un sueño si olvidamos la pesadilla que lo acompaña. Tuve la infancia típica de un inmigrante caribeño y pobre en los Estados Unidos, llena de racismo, precariedad, sufrimiento

económico y temor. Y no importan la cantidad de premios que he ganado. Nosotros, los inmigrantes latinos, nunca somos del todo aceptados ni por el país que dejamos ni en el que aterrizamos. Siempre tenemos que enfrentar los prejuicios con los que los países ven a los inmigrantes, especialmente con aquellos que venimos de la miseria y, sin embargo, tenemos la audacia y la suerte de evitar las horribles trampas que se nos presentan.

A pesar de todo, prefiero estar junto a mis compañeros inmigrantes, difamados y maltratados, que con aquellos que mantienen vivos esos prejuicios. Ya experimenté la supuesta «tolerancia» y «alabanza» norteamericana y te aseguro que sus dientes son más afilados de lo que te imaginás.


U: Pasaron trece años desde que publicaste La maravillosa vida breve de Oscar Wao. ¿Cómo creés que es el panorama hoy para los latinos en los Estados Unidos?

JD: Es un panorama amplio. En ciertos aspectos se ha mejorado –tenemos más y mejores medios de comunicación creados por latinos. Nuestro activismo sigue siendo una fuente de orgullo. En otros aspectos la situación es mucho peor. El gobierno nos agrede en formas que eran impensables hace 13 años atrás. Nuestras comunidades siguen siendo muy invisibilizadas, a pesar de ser la principal minoría en los Estados Unidos. Nuestras experiencias, realidades, políticas y creatividad se siguen considerando ajenas y no como parte de la «Experiencia Norteamericana». Y el coronavirus ha revelado en forma muy cruda nuestra marginación económica y social.


U: En tus obras se destaca una mirada que es, a la vez, profunda y humana pero con una cuota de sentido del humor a la hora de retratar, ya sean, los padecimientos de los inmigrantes latinos en Estados Unidos, las penas de amor o los sentimientos masculinos. ¿Por qué recurrís al humor para narrar tus historias?

JD: Como lector siempre entendí que la división entre el humor y la tragedia es artificial y que la tarea más difícil de un escritor es la de ser capaz de recrear lo horrible y lo cómico sin socavar ninguno de los dos. Ese fue siempre mi anhelo: escribir en forma integral, competir con la riqueza de la vida. Recuerdo que cuando era chico fui a un velorio y que alguien se reía en el fondo, que alguien adelante lloraba y que otro cabeceaba en su asiento. En ese momento me di cuenta que eso era la vida. Entonces, como escritor necesitaba poder ser capaz de recrear el mundo con esas mismas sutilezas.


U: Después de dos libros de cuentos y una novela, decidiste escribir un libro para niños, Islandborn (O Lola, en la versión en castellano). ¿Por qué este cambio en tu narrativa? ¿Por qué creés que es el género adecuado para la historia que quisiste contar?

JD: En Latinoamérica y el Caribe necesitamos nuestras propias historias para niños. No aquellas que el Imperio dice que lo son, sino la clase que nosotros, que sufrimos al Imperio, necesitamos contarles a nuestros niños. Tengo esta extraña creencia de que, tal vez, si le hablamos a los jóvenes en forma más honesta sobre la pesadilla de las dictaduras y los autoritarismos, no vamos a seguir siendo amenazados por estos males. Es mi sueño y, creo, parte de la razón por la que escribí Lola.


En su último libro, Lola (2018), incursiona en la literatura para niños. Junto al ilustrador Leo Espinosa crea una historia pensada para los más pequeños de latinoamerica. Es su forma de buscar ficciones con valores propios y no los que él considera impuestos por las grandes potencias.

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