Las palabras han sido a lo largo de la historia un acto de creación, creatividad, belleza, pasión y crítica. La escritura le ha dado un sentido a las cosas que rodean a la humanidad desde tiempos inmemorables y han permitido la evolución del pensamiento, la razón e incluso de la sensibilidad humana. Todo gran cambio político, social o cultural se expresó y necesitó del arte de escribir. «La pluma es más poderosa que la espada» afirmaba Edward Bulwer-Lytton (1803 - 1873), pues cuando es bien y sabiamente utilizada puede surtir mayor efecto que cualquier otra arma.

Este primer concurso de poesía fue organizado por Diplomacia Activa con el apoyo de Ulrica Revista bajo el lema: «La importancia de la paz, la libertad, la justicia y las instituciones sólidas».
Entre la hoja y el aire
Esta mancha
que clava y anda
robándonos las huellas.
Esta tierra
que acompaña y acecha
deletreándole la voz al viento
detrás del pájaro parado,
he de dejarla dormir
sobre este manto
que me mira y nos mira
abrazando el tiempo.
He de dejarla
volverse siembra baldía
hasta devolverle
los ojos a ese mirar
que ha perdido la vista
al vestirse de plomo.
He de dejarla caer
en este sosiego
que camina y lucha
abriéndole la voz al silencio.
El aire que se rompe y muere,
el abrazo que se oculta y llora,
el cuerpo que cae y habla:
¡Oh señor, será que todo está perdido!
Será que este pecho que te mira
ha perdido la voz
en este fango
donde nadie es nadie.
Donde todo se vuelve nada,
donde la lluvia grita,
donde veo
y solo veo muerte.
Sangre muerta,
muerte y sangre.
No queda nada,
solo ojos al aire
esperando que tu mirada
nos abra el pecho
hacia un mundo
donde las palomas
ya no nos dejen flores.
Desde el camino,
he de pediros
abran el aire
que he de escuchar
aquellas gargantas
que se abrazan y callan.
Muerdan el eco,
que he de alcanzar
aquellos pasos
que han perdido
el andar amatista.
Descosan las sendas,
que he de robarle
el camino
a aquellos rostros
que no ven.
Deshojen mis raíces,
que he de abrirle
el pecho
a esta tiniebla
que nos sopla la mirada.
Desde el camino,
he de pediros
que me sigan
y no desistan
que he de sembrar rosas
en este fango argentado
que nos ha robado
la sombra.
Camila Ricalde, Perú
(Primera Mención)

Años de juego, años de lucha
A los 7 años mi madre me dijo:
defiéndete de aquello, hijo mío
del que te hace sentir vacío
levanta tu voz, no te quedes en el olvido
Recuerdo bien aquel momento,
recostado en el regazo de la mujer que acariciaba mi cabello,
lloraba por un rechazo,
de aquella niña que me llamó «gusano»
Con el pasar del tiempo
mis ojos fui abriendo viendo al mundo real decayendo
y conociendo a los responsables de tal evento.
Este “gusanito” ya no llora por un rechazo
Llora por la sangre que se fue derramando,
por la avaricia del ser humano
Llora por el millón de niños que fueron bombardeados,
por una guerra en la que ellos no estaban involucrados.
Y recordé lo que Habacuc le dijo al Señor aquella vez:
«¿Por qué me obligas a ver tanta violencia?
por todos lados hay destrucción e indiferencia,
se olvidan de la ley,
el bueno paga lo que el malo hace
y la justicia ¿dónde se encuentra?»
A diario reflexiono lo que Dios le respondió a Habacuc:
«Llegará el momento en que aquellos pagarán por sus crímenes,
y por fuego serán destruidas sus obras terribles».
El Señor mi Dios llegará, pero mientras tanto ¿qué pasará?
Resido en un país donde informar desconformidad es un derecho de libertad.
En cuento al gobierno actual, eso es igual que capturar y encerrar,
pero aún sigo el consejo de mi madre:
levanto mi voz, defendiendo lo que vale
Por aquel estudiante que marchó contra las autoridades y murió en la calle
por aquellos animales que viven entre la basura de las sociedades
por la madre que entre sollozos busca a su hijo en los escombros
y por las mujeres secuestradas que gritan “socorro”.
Hoy vuelvo a ver a niños de 7 años
jugando escondite por todo el vecindario
¿qué será de ellos con el pasar de los años?
el tiempo les mostrará todo lo malo
Se repetirá la historia una y otra vez,
pero cada día habrán más,
más de nosotros que lucharán.
Entre ellos, los niños de 7 años que veo jugar.
Shavonne Bran, Guatemala
(Segunda Mención)

El veintitrés de agosto
A Esteban
El veintitrés de agosto lo mataron
en una calle ciega,
tenía un ojo ciego
y le cegaron la vida.
El veintitrés de agosto lo mataron
mientras paseaba a su perrita,
lo mataron como a un perro,
los perros del estado.
El veintitrés de agosto lo mataron
con dos balazos en la cabeza,
una bala de indiferencia
y otra bala de olvido.
El veintitrés de agosto lo mataron,
el veinticuatro lo velaron,
el veinticinco lo enterraron,
y hoy, vive más que nunca.
Edwin Diaz, Colombia
(Tercera Mención)
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