La caza
La caza apaga la música del mundo,
alimenta escuálidos fantasmas
y mancha de rojo el bestiario de las nubes
que respiran entre el bullicio de tinieblas.
La casa instiga y el perro atroz
que corre detrás del pájaro asustado,
que acosado,
en las pausas de su respiración indefinida,
sabe que vale poco su vida
con el dolor de vivir un tránsito irreal.
La casa parece una cosa natural,
el hombre por deleite se divierte
entre huesos anónimos
de pobres criaturas,
huesos desamparados en la blancura
de la agonica certezza de lo inevitable.
Lo que se arrastra, lo que vuela, lo que camina,
el hombre, con su mano divina,
destruye y crea, todo es vulnerable,
cerca del alba donde la muerte
gotea desde cada uno de sus poros
y lo absurdo se vuelve insoportable.
El mar
Donde aterriza el águila
no hay camino,
hay un anciano pastor
sentado sin ganado.
Los niños agrupados,
uno de ellos
en pajonales de empeño,
detrás de una mesa.
Miro
el lugar de las manos
que separa el fruto recogido.
Miro
como un cachorro
recién nacido
Miro
este mar que es un campo de olivos,
una copa llena de aromas
por el viento.
Miro,
cierro los ojos y siento
entra, pasa, vuela, llega
una copa que se apega
con fácil apegamiento.
El mar es una corola de buenos momentos,
de higos secos que se ven
con los ojos interiores.
En los momentos mejores
es vela, ancla, bauprés,
una copa que a mis pies,
con el tiempo vivido se imanta.
El mar es una fuente sostenida,
donde rueda una moneda viva
que en el pecho me canta.
El relámpago en la hoja
Mi primera derrota
fue
aquí- en el mudo,
sin ramas.
Se doblaban mis pulmones
sobre una cresta de viento,
un aliento,
rapaces que creía de escuchar
a mis espaldas.
Sin atreverme a mirar,
mis miedos brotaban dentro de fríos,
más reales que una uña de mi mano.
La sombra de mis sentidos
resbalaba por mis mejillas
como un cadáver rodando.
En la joroba de las cicatrices,
esperando,
me hice astillas
y en la inefable orilla,
donde busqué un puerto, tabla a tabla,
encontré un dolor que habla
con los nervios abiertos
de la memoria que trabaja.
Los oídos poblados
de una gota solar que se ofrecía
sombra cegante: fanal, golpe de dagas
para desfondar el pecho,
por no haber hecho
lo que debía.
Con un perversidad que me confundía,
se despertaba la melancolía
del tiempo que se adueña
de la mujer que suda y sueña
lo vivido.
En un hornillo mortal,
el pasado pegado a un hilo,
me pide muerte mientras besa
una canción que pesa
y va volviendo en lo que se va.
(Bolonia – Italia). Nació en Cuba el 13 marzo del 1973. Actualmente vive en Marzabotto (Bolonia). Emigró a Italia a la edad de 18 años, estudió en la Universidad de Bolonia y consiguió su título en Ciencias enfermeristicas y obstetricia. Consiguió, además, un segundo título en Ciencias biológicas. Trabaja en la salud pública. Nos cuenta que en su tiempo libre ama dedicarse a la escritura de poemas y relatos. Ha obtenido reconocimientos importantes en diversos premios literarios. Su poesía está presente en distintas antologías y revistas, tanto italianas como de otros países. Ha sido traducida en distintos idiomas. Es miembro de honor del Festival Internacional de la Poesía de Tozeur en Túnez.
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