Por Agustina Bruno Vignolo
IV
De todo lo que nos conforma,
desde el color del iris de mi madre
que llevo guardado en algún rincón;
hasta la última vez
que me llamaron por mi nombre.
De todo lo que cubre extensiones de mí misma,
este cuerpo
un jueves;
los brazos de mi padre.
De todo lo que hago,
sin notar que el aire
cambia en contenido
y cantidad
cuando abro mis pulmones.
De todo lo que fuimos,
guardado en la memoria
de un inconsciente colectivo;
existiendo de a ratos
cuando nada nos toca.
De aquel sonido
que enciende;
el calor en el pecho,
tu voz un lunar
las pecas de mi hermana.
Tan solo soy,
las marcas del tiempo.
ABUELA
“Te lo dije antes
estar con vos
es
volver a respirar;
es despojarme de todo
y llenarme de nada,
es despojarme de nada
y llenarme de todo, no sé si me explico.”
CREÍ QUE ERA AFUERA DONDE LLOVÍA
Me levanté de golpe en medio de la noche
y acaricié la cama vacía
a mi lado.
Fue entonces,
que me di cuenta,
que te habías marchado.
Cerré los ojos e intenté dormirme
pero juraría
que tus olores
quedaron impregnados en mis oídos,
porque miro la oscuridad
y casi puedo oír tu perfume en el cuarto.
Decido que no quiero más
este nudo que recorre mi garganta
pero estoy tan cansada
que llorarte
suena casi una costumbre.
Tu fantasma me mira desde el ropero
y se pone la remera que olvidaste.
Ya no sé con qué palabra
rimar tu nombre
ya no sé con qué letra
tratar de cerrar mis puertas
a tu recuerdo.
Creí que era afuera donde llovía
pero es adentro, donde el agua moja.
Pero entonces un día
tapé las marcas de tus uñas en mi espalda
y convertí en ayer todos tus mañana,
esquive la lágrima que caía
para mojar mi almohada
y cambié de lugar los muebles de la casa,
por si mi debilidad te pedía que volvieras
no pudieras reconocerla,
reconocerme.
Ya no busco olvidarte sino recordarte de otra manera.
Ya no tiro sal a mis heridas,
que se hicieron tan chicas
que ya no me impiden mover las alas.
Me obligué a borrar todas tus mañas
cuando la realidad es que habitas mis rincones
pero ya no te oigo caminar en la madrugada.
No me olvidé el color de tu piel
pero ya no me parece el lugar más bonito del mundo.
No puedo cerrar los ojos a tu mirada
pero ya no me tiemblan las piernas cuando dices mi nombre.
La idea de que existas en un lugar que no es conmigo
ya no me parece tan aterradora.
Ahora camino por el borde de la mesa
y dejo flores a mi paso,
ya no tengo miedo de caerme
y que no estés para agarrarme,
sigo juntando mis pedazos
pero ya no me preocupa unirlos
porque
es a través de mis espacios
por donde entra la luz
los domingos.
(Buenos Aires - Argentina) Nació el 15 de febrero de 1997 en Santo Tomé, Corrientes, y actualmente reside en la Ciudad de Buenos Aires. Es Licenciada en Genética por la Universidad Nacional de Misiones y actual estudiante de Doctorado en Ciencias Biológicas de la Universidad de Buenos Aires. Ama leer y escribir desde muy chica. Desde el 2020 comenzó a asistir al taller literario Pretextos, coordinado por Pilar López, y a talleres de Escritura Creativa coordinados por Juana Sagarduy. Actualmente asiste a un taller de narrativa coordinado por Roxana da Silveira.
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